Dos años
antes de que Mijaíl Gorbachov llegara al Kremlin, un informe se adelantó a la
historia. Así lo confesó a Efe el autor de ese documento, Herbert
Meyer, entonces asesor especial de la
CIA.
"Lo escribí
para contrarrestar la visión de que la Guerra Fría era un rasgo permanente de nuestra
sociedad y que lo máximo a lo que podía aspirar (Occidente) era a no
perder", aseguró Meyer, actual analista político.
El informe "¿Por
qué el mundo es tan peligroso?" fue completado en noviembre de 1983,
aunque la CIA no
aprobó su publicación hasta junio de 1985, tres meses después
de que Gorbachov, a la postre último dirigente soviético, ascendiera a la
secretaría general del Partido Comunista.
"Nadie
me lo encargó", señala Meyer, que había trabajado durante diez años como
especialista en la URSS
de la revista estadounidense "Fortune". Meyer cree que "el punto de inflexión fue cuando el presidente
(de EE. UU.) Ronald Reagan, junto a la primera ministra británica Margaret
Thatcher y el papa Juan Pablo II decidieron dejar de jugar a la defensiva en la Guerra Fría y lanzarse al ataque".
"En
otras palabras, cuando decidieron que 'no perder' no era suficiente y que el
objetivo era poner fin a la
Guerra Fría de una vez y para siempre", precisa.
Vicepresidente del Consejo Nacional de Inteligencia (1981-1985), órgano asesor
de la CIA y de la Casa Blanca , Meyer
desglosó en su documento varios de los graves problemas estructurales que
asolaban entonces a la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Al final,
serían esos problemas y no la acción de EE. UU. los que acabarían por
certificar la defunción del Estado totalitario comunista, aunque, según Meyer,
la política de la
Administración de Reagan contribuyó en gran medida a su
agravamiento.
"La URSS ha fracasado estrepitosamente a la hora de
convertirse en un país. Después de 66 años de poder comunista, la URSS sigue siendo un imperio
de estilo decimonónico integrado por más de un centenar de pueblos y dominado
por los rusos", rezaba el documento.
El informe
apuntaba que "la economía
soviética está abocada al desastre (...) con índices de crecimiento por debajo
del 2 por ciento y
gastos en defensa que aumentaban un 4 por ciento anual".
"Es una
cuestión de simple aritmética (...), nunca subestimes la capacidad de adaptación de
los rusos, pero hay un límite y ese límite se está acercando más cada año",
vaticinaba.
Meyer
alertaba también sobre "la pesadilla demográfica de la URSS " -seis abortos de
media por mujer rusa-, un factor obviado por otros analistas y que motivó el
descenso dramático de la mano de obra y un aumento del peso de las minorías
étnicas descontentas.
En el plano
internacional, el asesor especial del entonces jefe de la CIA , Bill Casey, destacaba en
su informe que "los países satélites de Europa del Este
son cada vez más difíciles de controlar" debido a su progresivo
empobrecimiento.
"Los
dirigentes del Kremlin podrían impulsar los índices de crecimiento económico
recortando el gasto en defensa o lanzando reformas económicas. Sin embargo,
ambos remedios amenazarían el monopolio de poder del Partido Comunista",
decía.
Todos estos
factores permitieron a Meyer sacar la siguiente conclusión:"Si la URSS no deja atrás a Occidente en los próximos 20
años, nunca lo hará". "Es difícil imaginar cómo el
último imperio mundial podría sobrevivir en el siglo XXI, excepto en
condiciones económicas y demográficas muy favorables, que ahora mismo no se dan
y que no se darán", apuntaba en su informe.
Meyer cree
que al líder del sindicato polaco Solidaridad, Lech Walesa, y al recién
fallecido dirigente checo, Vaclav Havel, no se les puede quitar el mérito de
haber contribuido a la desintegración soviética del 25 de diciembre de 1991. "Un aspecto clave es que el Kremlin pensó que el
tiempo estaba de su parte, mientras Reagan insistió en que la historia estaba
de nuestra parte. Él tenía razón y el Kremlin estaba
equivocado. Así que, cuando decidimos presionar, lo logramos", dijo.
Meyer
critica a los que consideran que el fin de la Guerra Fría dio rienda
suelta a los extremistas e hizo que el mundo fuera más inseguro que cuando el
antagonismo nuclear garantizaba la estabilidad.
"Poner
fin a la Guerra Fría
fue algo bueno. El mundo es más seguro sin la URSS ", dijo Meyer a Efe, quien considera
imposible la resurrección del Estado soviético, en alusión al proyecto de Unión
Eurasiática del primer ministro ruso, Vladimir Putin. Con
respecto al futuro, el estadounidense cree que las actuales protestas contra el
fraude electoral son el segundo paso de la revolución rusa que estalló en
diciembre de 1991.
http://www.eltiempo.com/mundo/europa/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-10926279.html
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