El Club
Bilderberg reúne cada año a unos 130 líderes de la elite financiera,
empresarial, política, académica y de los medios de comunicación del primer
mundo, fundamentalmente de Estados Unidos y Europa, para discutir sobre temas
de interés global. A estas reuniones, que se realizan con casi nula cobertura
periodística, a puertas cerradas y con gran contingente de seguridad, se puede
asistir solo mediante invitación.
Debido
al extremo secretismo con que se efectúan estos encuentros, se especula que el
grupo estaría operando como un gobierno mundial en las sombras, pues en esa
instancia se decidiría el destino de la humanidad, se habla de quienes vienen a
establecer el Nuevo Orden. Uno de su séquito es David Rockefeller, quien este
verano visitó la isla del Lago Ranco de una de las familias más influyentes en
el Chile de los últimos 100 años, Los Edwards, los “punta de la pirámide” del
capitulo chileno de esta oligarquía. ¿Afecta este tipo de libertad de
asociación casi secreta, la libertad y vida de los pueblos?
Amenazada de muerte por el poder oculto que hoy busca
visibilidad, Cristina Martín Jiménez, periodista
española egresada de la
Universidad de Salamanca y autora del libro Club Bilderberg, Los amos
del mundo, sitúa los orígenes históricos de este grupo en plena
guerra fría. Su objetivo, según sus creadores, era aumentar el entendimiento
entre países del Atlántico.
La primera reunión se realizó desde el 29 al 31 de mayo de
1954, en la localidad holandesa de Oosterbeck, en el hotel Bilderberg, a partir
del cual el grupo recibió su nombre. El anfitrión fue el príncipe Bernardo
de Holanda, padre de la actual Reina Beatriz,
propietario del hotel, estrechamente relacionado con las altas esferas del
poder financiero y político occidental, quien en su juventud fue miembro activo
del partido nazi.
Sin embargo, la periodista asegura que el principal impulsor
del Club fue el multimillonario norteamericano David Rockefeller,
masón. El magnate, junto a la banca de Estados Unidos, envió como emisario al
financiero de origen judío-polaco Joseph Rettinger,
alto miembro de la masonería, para que se pusiera en contacto con el
príncipe Bernardo. Debido a la gran envergadura del proyecto, ellos se
contactaron con la familia inglesa Rotschild, considerando su gran poder
económico, dinastía que en 1952 ya se había apoderado de la banca de su país.
Otra figura importante de esa primera cita fue Henry Kissinger,
asesor en asuntos especiales del ex presidente Richard Nixon
y en temas de defensa en varios gobiernos estadounidenses.
En la actualidad, el presidente honorario del Club
Bilderberg es Ettiene Davignon, político y
empresario belga y ex vicepresidente de la Comunidad Europea.
Otros miembros permanentes, según lo reveló el investigador de origen ruso, Daniel
Estulin, autor de La verdadera historia del Club
Bilderberg, son Alan Greenspan,
presidente de la
Reserva Federal entre 1987 y 2006; Donald
Rumsfeld, ex secretario de Defensa de Estados Unidos; Georges
Soros, presidente del Soros Fund Management LLC y del Open
Society Institut y Henry Kissinger presidente de Kissinger Associates Inc., de
quien además se especula habría asesorado en las sombras a George
W. Bush en la guerra de Irak.
Sobre el extremo secretismo con que se realizan las
reuniones de este club elitista, Daniel Estulin, quien los investiga desde hace
15 años, expresa que “si bien es normal que en cualquier democracia moderna se
proteja el derecho a la intimidad, la ciudadanía tiene derecho a saber de qué
hablan los más importantes presidentes, primeros ministros, reyes y reinas de
todas las casas europeas, cuando se reúnen con los empresarios y banqueros más
ricos de sus respectivos países”.
Pero este cuestionamiento no es nuevo, en 1963, en una
reunión del ex presidente John Kennedy con los representantes
de los medios estadounidenses, lanzó una fuerte crítica a las sociedades
secretas, señalando que “la palabra secreto es repugnante en una sociedad
abierta y libre y nosotros como pueblo, histórica e inherentemente, nos hemos
opuesto a las sociedades secretas, a juramentos y procedimientos secretos”,
dejando constancia de la existencia de grupos que operaban tras la cortina en
esa época. Debemos considerar también, que varias de las personalidades que
asisten a esas reuniones están pasando por alto legislaciones de sus propios
países, como la Ley Logan
de 1978 de Estados Unidos, que “no permite que un ciudadano norteamericano
actúe como diplomático no oficial sin la autorización del Gobierno o el
Congreso”, y menos que se reúna en secreto con grandes empresarios, jefes de
gobierno o presidentes de los principales bancos del mundo.
En nuestro país el senador Nelson Ávila
reconoce que “el llamado Club Bilderberg es el más influyente poder fáctico del
planeta. Las reuniones son secretas porque sus verdaderos fines son
inconfesables. Se huelen y pesan entre sí para sintonizarse en su delirante
vocación de dominio mundial. Están por encima de gobiernos y organismos
internacionales, pero no son ajenos a ellos. Les manipulan y tuercen sus
decisiones en función de sus intereses. Las guerras son parte del negocio.
¿SOBRE
QUÉ HABLAN LOS PODEROSOS?
Estulin cuestiona la “falta de garantías hacia los
ciudadanos de que el Club Bilderberg no sea un centro de tráfico de influencias
y de cabildeo (lobby), si no se
les permite conocer de qué hablan allí sus representantes. De esta manera, es
legítimo preguntarse por qué el Foro de Davos y las reuniones del G8 aparecen
en todos los periódicos en portada y permiten asistir a miles y miles de
periodistas, mientras que nadie cubre las reuniones de este selecto club”. Ante
esta crítica, los directivos de esta organización elitista han afirmado que
“esa discreción es necesaria para que los participantes en los debates puedan
hablar con libertad, sin ver al día siguiente sus declaraciones reflejadas en
los periódicos”. Sin duda, esa discreción les permite deliberar con más
libertad, aclara Estulin, pero eso no responde a la pregunta fundamental:
¿Sobre qué hablan los más poderosos del mundo en esas reuniones? Asegura que en
esas juntas se toman decisiones que no solo impactan en la comunidad
empresarial, sino que en la política, economía, medio ambiente y hasta en
nuestra vida cotidiana.
El escritor denuncia que este grupo estaría trabajando en un
Nuevo Orden Mundial con una “metodología sistémica”, es decir, influir en la
cabeza de las instituciones de los principales sectores de la sociedad y, desde
ahí, controlar a la masa. Esto se explica mejor teniendo en cuenta que no es
necesario saber qué hace o piensa cada individuo dentro una organización, sino
que basta con tener el control del presidente o del individuo más influyente
dentro de la misma.
Para el investigador residente en Canadá, el Club Bilderberg
“sería responsable del actual control de la población a través de la
manipulación mediática y el miedo”. Observamos que producto de la gran
concentración de medios de comunicación, es más fácil uniformar y manejar los
mensajes, pero también establecer pautas editoriales que privilegien la
farándula, la crónica roja o los hechos de sangre para atemorizar al público.
Por otra parte, es una realidad que la concentración de medios permite
administrar eficazmente los contenidos, estableciendo discursos y versiones
oficiales, influyendo en los patrones de conducta de los receptores y
determinando qué es lo relevante. Así, se han asegurado de implantar una
sociedad del espectáculo, sin informar al público de lo que realmente sucede en
el mundo.
Según Estulin, esta organización de elite también sería
responsable de promover conflictos bélicos, orquestando episodios de alto
impacto para sensibilizar al público y avanzar en sus objetivos. De esta manera
generarían las condiciones para la invasión a países con riquezas energéticas,
fundamentalmente petróleo, pero, además, crearían los escenarios para aprobar
leyes en los parlamentos, conforme a reducir, o bien suprimir, los derechos
civiles. Un ejemplo fue la firma del Acta Patriótica realizada por el
presidente George W. Bush, sin la aprobación del Congreso ni de los ciudadanos
estadounidenses, luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados
Unidos, cuya versión oficial ha sido ampliamente cuestionada por
investigaciones independientes en ese mismo país.
Justamente, el periodista y cineasta norteamericano Alex
Jones, critica el papel de los gobiernos occidentales, en los
cuales participan o han participado integrantes del Club Bildeberg, acusándolos
de estar involucrados en organizar operaciones de Falsa Bandera (False Flag) Esta estrategia consiste en
realizar atentados, encubrir a los involucrados, e inculpar a un enemigo
político; de esta forma justificar guerras, influir elecciones, o bien llevar
adelante proyectos de ley para recortar los derechos ciudadanos. Este sería el
caso del atentado del 9/11, luego del cual se dio inicio oficial a la
“Guerra al Terrorismo”; y el del metro en Londres, que influyó ostensiblemente
en la popularidad de Tony Blair, quien integra este
selecto grupo.
FIN A
LAS SOBERANÍAS NACIONALES
La periodista Cristina Martín afirma que Bilderberg pretende
establecer un gobierno mundial, con una moneda, ejército y religión únicos.
Asegura que la institución que les servirá para administrar este gobierno
planetario es la
Organización de Naciones Unidas (ONU), que coincidentemente
fue edificada en Nueva York, en terrenos “donados” por el fundador del club:
David Rockefeller. Esta institución internacional, según la periodista, perdió
legitimidad desde sus inicios por la facultad de vetar a determinadas naciones,
“pues más que una unión de naciones, parece una unión de intereses”. La
española asegura que sus organismos se convertirán en ministerios, por ejemplo la FAO (Organización de las
Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación ) en el Ministerio Mundial de la Agricultura ; Unido
(Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial) en el
Ministerio Mundial de la
Industria y Unesco (Oficina Regional de Educación para
América Latina y el Caribe) en el Ministerio Mundial de la Cultura y la Educación.
La investigadora cree que desde la ONU se promovió una religión
mundial, a través de la Carta
de la Tierra ,
documento que pregona el inicio de una nueva espiritualidad universal, que
entró en vigor a partir del 2000 y fue redactada por el ex presidente
soviético, Mijail Gorbachov.
Enfatiza que este organismo de la elite planetaria pretende
terminar con las soberanías nacionales mediante el establecimiento de un
gobierno mundial uniforme, lo que de concretarse suprimirá la identidad de los
países. Señala que esto partió con la liberación de las barreras comerciales y
ha seguido con los ámbitos más profundos que afectan al sistema social como la
educación, salud y los medios de comunicación. Concluye que desde este punto de
vista “podemos reconocer que el Club Bilderberg es el Sistema”, pues es capaz
de influir y controlar desde lo aspectos más complejos hasta nuestra vida
cotidiana, manipulando, indicándonos cómo vivir, y por supuesto, impidiéndonos
avanzar en determinar el destino de nuestras comunidades.
La investigación realizada por la periodista española indica
que los objetivos puntuales de este grupo elitista, en función de establecer un
gobierno global, son “el aniquilamiento progresivo de las soberanías nacionales
y su transferencia a instituciones de carácter oligárquico y transnacional.
Para, de este modo, alcanzar una soberanía supra-nacional de la elite
intelectual y los bancos mundiales, por sobre la autodeterminación tradicional
de las naciones”.
EL
CÍRCULO DE PODER
Según el investigador Estulin, han asistido a las reuniones
de Bilderberg los presidentes de entidades financieras como el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial, la Reserva Federal y el Banco Central Europeo;
presidentes de las empresas más poderosas del mundo, como Daimler Chrysler,
Coca Cola, Pepsi Co., Ford, General Motors, Novartis, Astra Zeneca, British
Petroleum, Shell, Chase Manhattan Bank, UBS Warburg, Soros Fund Management,
Kissinger and Associates, Nokia, Motorola, Ericsson, American Express, France
Telecom, German Telecom, British Telecom, Goldman Sachs, Lazard Freres,
Deutsche Bank, JP Morgan, Xerox, Microsoft, Oracle y EADS.
También han participado secretarios de defensa y
vicepresidentes de Estados Unidos, representantes de comités nacionales
democráticos y republicanos, directores de la CIA y del FBI, secretarios generales de la Otan , todos los comisarios
europeos, senadores y congresistas estadounidenses, primeros ministros europeos
y líderes de los partidos de la oposición, gobernadores de los bancos centrales
de todos los países europeos, los principales editores y los directores de los
más importantes periódicos del mundo.
El periodista norteamericano Jim Tucker,
editor del American Free Press y quien
desde hace más de 30 años sigue los pasos de este grupo, señala que en 2008
asistieron a la reunión anual personalidades de EE UU tremendamente influyentes
como Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal ; Donald
Graham, presidente y consejero delegado del Washington
Post; James Johnson,
vicepresidente del Banco Perseus, quien formó parte de la comisión encargada de
buscar al vicepresidente que acompañó la carrera presidencial de Barak
Obama; Richard Perle, ex presidente del
Consejo de Política de Defensa (2001-2003) y uno de los principales ejecutivos
del American Enterprise Institute for Public Policy Research, un centro de
pensamiento de derecha; Condoleezza Rice, ex
secretaria de Estado; Mark Sanford, gobernador del sur de
California y Paul Wolfowitz, ex subsecretario del
Ministerio de Defensa y ex presidente del Banco Mundial.
Según Tucker, entre los españoles invitados el año
pasado aparecen Juan Luis Cebrián, consejero
delegado del Grupo Prisa; Bernardino León Gross,
secretario general de la presidencia de España; Matías Rodríguez Inciarte,
vicepresidente del Banco Santander; Joaquín Almunia,
comisario de economía de la
Unión Europea y la Reina Sofía de
España, quien estaría asistiendo de manera permanente hace varios encuentros.
La misma fuente reveló que en versiones anteriores participaron Rodrigo
Rato (1992,1994), ex director gerente del Fondo Monetario
Internacional; Pedro Solbes (1999), vicepresidente
segundo del Gobierno y ministro de Economía y Hacienda; Jaime
Carvajal de Urquijo (1982-1998), presidente de la Ford España , Dresdner
Kleinwort Capital España, Ericsson España y ABB S.A. y Javier
Solana (1985, 1998 y 2000), alto representante para la política
exterior y de seguridad común de la Unión Europea y comandante en jefe de la Eufor , fuerza militar bajo
las órdenes del Consejo de la
Unión Europea.
Además, el Club Bilderberg está ligado a dos organizaciones de carácter
internacional.
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