La caída del
bloque socialista encabezado por la Unión Soviética ocurrida a principios de la
década de 1990 señaló el fracaso del comunismo luego de casi un siglo de
existencia. Sin embargo, contra todos los pronósticos, el PCCh sobrevivió y aún
gobierna China, una nación cuya población representa un quinto de los
habitantes del mundo. Surge un interrogante inevitable: el PCCh de hoy ¿es
verdaderamente comunista?
Nadie en la China
de hoy cree en el comunismo, empezando por los miembros del Partido. Luego de
cincuenta años de socialismo, el PCCh ha adoptado la propiedad privada e
incluso tiene una bolsa de valores. Busca capitales extranjeros para iniciar
nuevos emprendimientos, mientras explota a trabajadores urbanos y rurales,
prácticas que están en las antípodas de los ideales del comunismo.
Pese a
practicar el capitalismo, el PCCh mantiene un control autocrático sobre el
pueblo de China. La Constitución, en su reforma de 2004, establece que “el
pueblo multiétnico de China reafirma su adhesión al sistema de dictadura
democrática y a la vía socialista del pueblo bajo la conducción del Partido
Comunista Chino y la guía del marxismo-leninismo, la ideología de Mao Zedong,
la teoría de Den Xiaoping y el pensamiento fundamental estipulado en los ‘Tres
Representantes’…”.
“El leopardo ha
muerto, pero todavía queda su piel.”1 El PCCh hace verdad esta frase ya que
continúa gobernando desde la piel del comunismo y la usa para sostener su régimen
en China.
¿Cómo es la
piel que heredó el Partido, es decir, el núcleo de su organización?
Los rasgos sectarios del PCCh
El Partido
Comunista es en esencia una secta perversa que daña a la humanidad.
Si bien nunca
se definió como una religión, el Partido Comunista tiene todos los rasgos de una
de ellas. Durante su conformación, proclamaba que el marxismo era la verdad
absoluta. Veneraba a Marx como su Dios espiritual y exhortaba al pueblo a
plegarse a una lucha inacabable para construir un “paraíso comunista en la
tierra”.
El Partido
Comunista se distingue claramente de cualquier religión recta. Toda religión
ortodoxa cree en Dios y la benevolencia, y tiene como fines enseñar moral a la
humanidad y salvar almas. El Partido Comunista no cree en Dios y se opone a la
moral tradicional.
Las acciones
del Partido Comunista lo confirman como una secta perversa. Las doctrinas
comunistas se basan en la lucha de clase, la revolución violenta y la dictadura
del proletariado, y han conducido a la denominada revolución comunista, teñida
de sangre y violencia. El terror rojo desatado por el comunismo lleva ya casi
un siglo de existencia: es responsable de grandes catástrofes en decenas de
países y la pérdida de innumerables vidas humanas. El credo comunista, que creó
un infierno en la tierra, simplemente se trata de la secta más perversa del
mundo.
Las
características sectarias del Partido comunista pueden resumirse en los seis
títulos siguientes:
1. Cóctel de
doctrinas y eliminación de opositores
El Partido
Comunista declara al marxismo como su doctrina religiosa y la exhibe como “la
verdad inquebrantable”. Las doctrinas comunistas desconocen la benevolencia y
la tolerancia, y por otro lado destilan arrogancia. El marxismo es producto de
los desajustes iniciales del capitalismo, cuando la productividad era baja y la
ciencia aún no se había desarrollado. Aún era incapaz de comprender las
relaciones entre el ser humano y su sociedad o el ser humano y la naturaleza.
Por desgracia, la ideología herética derivó en el movimiento internacional
comunista, que causó tanto daño al mundo durante casi un siglo antes de que los
pueblos lo desecharan cuando comprobaron en la práctica lo errado de su
doctrina.
Empezando por
Lenin, todos los líderes del Partido reformaron sistemáticamente las doctrinas
de la secta. Desde la teoría de Lenin de la revolución violenta, Mao Zedong con
su revolución continua bajo la dictadura del proletariado, y más recientemente
Jiang Zemin con los Tres Representantes, la historia del Partido Comunista está
plagada de teorías heréticas y de falacias del tipo de las mencionadas. Si bien
estas ideas están plagadas de contradicciones y no han causado más que
desastres en la práctica, el Partido Comunista sigue atribuyéndose la razón en
todos los casos y obliga al pueblo a estudiar sus doctrinas.
El medio más
eficaz que encontró la secta perversa comunista para divulgar su doctrina fue
eliminar a los opositores. Como la teoría y la conducta del comunismo son por
demás ridículas, la única manera de que la gente las acepte es por la fuerza;
por eso el Partido recurre a la violencia y aniquila a los disidentes. Después
de que el PCCh tomó las riendas del poder en China, propulsó la “reforma
agraria” para eliminar a la clase terrateniente, la “reforma socialista” en la
industria y el comercio para erradicar a los capitalistas, la “purga de
reaccionarios” para acabar con las religiones autóctonas y los funcionarios de
gestiones anteriores al comunismo, el “movimiento antiderechista” para
silenciar a los intelectuales, y la Revolución Cultural para borrar la cultura
tradicional.
Adoración a un líder e imposición de visiones
totalitarias
Desde Marx
hasta Jiang Zemin, los retratos de los líderes del Partido Comunista se exhiben
pomposamente para ser adorados. La autoridad absoluta de los líderes del PCCh
prohíbe los desafíos de cualquier tipo. Mao Zedong fue emplazado como “el sol
rojo” y “el gran libertador”. El Partido ensalza los escritos de Mao y dice que
“una sentencia suya equivale a diez mil oraciones comunes”. Como “un miembro
más del Partido”, Deng Xiaoping fue en una época el amo y señor de la política
china.
La
injustificada matanza de gente inocente, la catastrófica Revolución Cultural de
Mao, la orden de Deng Xiaoping para iniciar la masacre de la Plaza Tiananmen y
la actual persecución de Falun Gong bajo el comando de Jiang Zemin son los
abominables resultados de la herética dictadura del PCCh.
Por un lado, el
PCCh estipula en su Constitución: “Todo el poder de la República Popular China
pertenece al pueblo. Los órganos a través de los cuales el pueblo ejerce el
poder estatal son el
Congreso
Nacional Popular y los congresos populares en los diferentes niveles locales”.
“Ninguna organización o individuo puede arrogarse el privilegio de estar por
encima de la Constitución y de la ley.”
2 Por otro
lado, la Carta del PCCh establece que éste es el núcleo de la conducción de la
causa socialista adaptada a la Nación China; así desestima el poder del país y
del pueblo. El presidente del Comité Permanente del Congreso Nacional Popular
pronunció “importantes discursos” en todo el país en los que exhortó a este
órgano, la instancia más alta del poder del Estado, a adherir a la conducción
del PCCh. Según el principio del “centralismo democrático” que esgrime el PCCh,
todos los niveles partidarios deben obedecer al Comité Central del Partido. En
esencia, el Congreso Nacional Popular tiene que someterse a la dictadura del
secretario general del PCCh, una dictadura que tiene forma de ley.
3. El lavado de
cerebro, el control del pensamiento, la rigidez en la organización y la
prohibición de abandonar el Partido
La organización
del PCCh se caracteriza por una rigidez extrema; se necesita la recomendación
de dos miembros para ser admitido en el Partido. Una vez que ingresa, el nuevo
miembro debe jurar lealtad al Partido, debe pagar, como todos los demás
miembros, una cuota de afiliación, asistir a las actividades partidarias y
participar en estudios políticos grupales. Las organizaciones partidarias
penetran en todos los niveles gubernamentales; existe una en cada pueblo, aldea
y barrio.
La crítica y la
autocrítica practicada en las asambleas partidarias se utilizaban como medio
habitual y permanente para controlar la mente de los militantes. A lo largo de
su existencia, el PCCh lanzó una interminable lista de campañas políticas para
“purificar a los afiliados”, “rectificar el clima del Partido”, “atrapar a los
traidores”, “purgar la Alianza AntiBolchevique (Alianza AB)”
Afiliarse al
PCCh equivale a firmar un contrato de carácter irrevocable por el que una
persona entrega su cuerpo y su alma al Partido. Como las reglas del PCCh están
siempre por encima de las leyes de la nación, éste puede decidir echar a
cualquier miembro cuando lo desee, mientras que un miembro no puede alejarse del
Partido sin sufrir un severo castigo. Abandonar el Partido se considera un acto
de traición y sus consecuencias son nefastas. Durante la Revolución Cultural,
cuando el PCCh ejercía un control total sobre la población, se sabía que si
para el Partido uno tenía que morir, no había forma de seguir con vida; y si
para el Partido uno tenía que vivir, no había forma de morirse. Si una persona
se suicidaba, se consideraba que “había huido del castigo que le aplicó el
pueblo por su crimen”, y entonces su familia quedaba implicada y era objeto de
castigo.
El proceso para
tomar decisiones dentro del Partido opera como una caja negra, ya que las
luchas intrapartidarias deben mantenerse en el más absoluto de los secretos.
Todos los documentos partidarios son confidenciales. Por miedo a que se revelen
sus actos delictivos, el PCCh intenta frenar a cualquier opositor que quiera
hacerlos públicos acusándolo de “divulgar secretos de Estado”.
4. Exigir la
violencia, la matanza y el sacrificio por el Partido
Mao Zedong dijo
una vez: “Una revolución no es como salir a cenar, escribir un ensayo, pintar
un cuadro o hacer un bordado; no puede ser algo tan fino, cómodo y agradable,
tan medido, amable, cortés, controlado y magnánimo. Una revolución es una
insurrección, un acto de violencia por medio del cual una clase derroca a
otra”.4
Deng Xiaoping
recomendó “matar a 200.000 personas por 20 años de estabilidad”.
Jiang Zemin dio
la siguiente orden: “Se debe eliminarlos [a los practicantes de Falun Gong]
físicamente, arruinar su reputación y llevarlos a la ruina económica”.
El PCCh fomenta
la violencia; ha asesinado a una innumerable cantidad de personas en sus
campañas políticas. Educa al pueblo para ser “frío como el más crudo de los
inviernos” a la hora de tratar al enemigo. La bandera roja debe su color a la
“sangre de los mártires”. El Partido venera el rojo por su adicción a la sangre
y la matanza.
El PCCh recurre
a la exhibición de ejemplos “heroicos” para incitar al pueblo a sacrificarse
por el Partido. Cuando Zhang Side murió en un horno produciendo opio, Mao
Zedong rindió culto a su muerte diciendo que tenía “el peso del monte Tai”.5 En
esos años de locura, las “frases de coraje” como “No tema a la adversidad ni a
la muerte” y “El sacrificio templa el carácter; nos atrevemos a llevar al sol y
a la luna a brillar en nuevos cielos” ofrecían un terreno firme a las
aspiraciones de entonces, en una época de pronunciadas carencias materiales.
A fines de la
década de 1970, las tropas del Vietcong depusieron el régimen de los Khmer
rojos, que con el apoyo del PCCh habían cometido crímenes inimaginables. Si
bien esta situación enfureció al comunismo chino, el PCCh no encontró la manera
de enviar tropas para defender a los Khmer rojos, ya que China y Camboya no
tenían una frontera compartida. Lo que en cambio hizo el PCCh fue declarar una
guerra a Vietnam a lo largo de la frontera entre China y aquel país para
castigar al Vietcong “en defensa propia”. Así, decenas de miles de soldados
chinos entregaron su vida a una disputa entre partidos comunistas, ya que esta
guerra no tenía nada que ver con el territorio o la soberanía. No obstante, a
muchos años de la contienda, el PCCh conmemora el sacrificio sin sentido de
jóvenes vidas luminosas e inocentes como “el espíritu heroico de la
revolución”, para lo que tomó con irreverencia la canción La magnífica conducta
teñida de sangre. Ciento cincuenta y cuatro fueron los mártires chinos muertos en
1981 en la recuperación del monte Faka, en la provincia china de Guangxi; no
obstante lo cual el PCCh se lo devolvió sin más a Vietnam cuando estas dos
naciones demarcaron sus fronteras un tiempo después.
Cuando el virus
del SRAS (síndrome respiratorio agudo severo) se esparció de modo fulminante y
puso en riesgo la vida de la población en los primeros meses de 2003, el PCCh
no dudó en incorporar a sus filas a una gran cantidad de enfermeras jóvenes. Éstas fueron asignadas sin demora
a los hospitales que albergaban a los enfermos de SRAS. El PCCh no tiene
escrúpulos a la hora de enviar a la juventud a los frentes de combate para
consolidar su “imagen gloriosa”, encarnada en el lema “No tema a la adversidad
ni a la muerte”. Sin embargo, los comunistas chinos no pueden explicar por qué
Jiang Zemin, temiendo a la epidemia, mudó a su familia y allegados de Beijing a
Shanghai para esconderse del desastre, ni dónde estaban los 65 millones de
miembros estables del Partido ni qué imagen partidaria daban éstos.
5. Negar la
creencia en Dios y reprimir la naturaleza humana
El PCCh fomenta
el ateísmo y proclama que la religión es el “opio espiritual” que intoxica al
pueblo. Empleó su poder para aplastar a todas las religiones de China y
erigirse en Dios, y así darle a la secta maligna el poder absoluto para
gobernar el país.
Al mismo tiempo
que destruía las religiones, el PCCh barría con la cultura tradicional. Bajo la
proclama de que la tradición, la moral y la ética tenían rasgos feudales,
supersticiosos y reaccionarios, las erradicó en nombre de la revolución.
Durante la Revolución Cultural, la propagación de situaciones abominables violó
las tradiciones chinas: matrimonios que se acusaban mutuamente, estudiantes que
golpeaban a sus maestros, padres e hijos que se enfrentaban entre sí, las
Guardias Rojas que asesinaban inocentes sin justificación alguna y rebeldes que
golpeaban, destruían y saqueaban todo lo que encontraban a su paso. Todas
consecuencias esperables de un régimen que se dedicó a reprimir la naturaleza humana.
Después de
encaramarse en el poder, el PCCh obligó a las minorías étnicas a comprometer su
apoyo a la conducción comunista, una adhesión que hacía tambalear la
supervivencia de la rica y viva cultura étnica que habían traído con ellos a
China.
El 4 de junio
de 1989, el llamado Ejército de Liberación Popular masacró a un alto número de
estudiantes en Beijing. Esta matanza hizo que el pueblo perdiera las esperanzas
acerca del futuro político de China. Desde ese momento, la gente destinó su
energía a hacer dinero.
A partir de
1999, el PCCh persiguió con saña a Falun Gong; así se opuso a “Verdad,
Benevolencia y Tolerancia” y causó un declive acelerado en la moral de la
sociedad china.
El flamante
siglo vio una nueva campaña de vallado de tierras6 y apropiación de recursos
monetarios y materiales —ejecutada por los funcionarios corruptos del PCCh en
connivencia con oportunistas inescrupulosos— que dejó a mucha gente sin techo y
sin bienes. El número de personas que pedía al gobierno una solución a su situación
de injusticia aumentó notoriamente, lo que intensificó el conflicto social. Son
frecuentes las protestas masivas, que la policía y las fuerzas armadas reprimen
con violencia. La esencia fascista de la “República” sale a la luz, y la
sociedad pierde su conciencia moral.
En el pasado,
un villano no hacía mal a sus vecinos próximos o, como reza el dicho, el zorro
cazaba lejos de casa. En la actualidad, cuando alguien quiere estafar a otro,
prefieren victimizar a sus parientes y amigos, una práctica conocida como
“matar al entorno”.
En otra época,
los chinos valoraban la castidad por sobre todas las cosas; hoy la gente se
burla de los pobres pero no de las prostitutas. La historia del aniquilamiento
de la naturaleza y la moral humanas en China se refleja con acierto en la
siguiente balada:
“En los
cincuenta las personas se ayudabanmutuamente,
En los sesenta
las personas luchaban entre sí,
En los setenta
las personas se estafaban unas a otras,
En los ochenta las personas se ocupaban sólo de símismas,
En los noventa
las personas matan el primero que cruzara su camino.”
6. La toma del
poder por las armas, la monopolización de la economía y las desmedidas
ambiciones políticas y económicas
El único fin de
la instauración del PCCh fue tomar el poder por la fuerza para generar un
sistema de propiedad del Estado en el cual éste es el dueño de los monopolios
en una economía planificada. La ambición sin límites del PCCh excede en mucho a
la de las sectas perversas comunes, que sólo buscan enriquecerse.
En un país de
propiedad pública socialista gobernado por un partido comunista, las
organizaciones partidarias con gran poder —los comités centrales y sus
representaciones locales en sus diferentes jerarquías— reciben la asignación de
la infraestructura estatal normal. Las insaciables organizaciones del PCCh
controlan la maquinaria estatal y toman fondos de manera directa de los
presupuestos de todos los niveles gubernamentales. Al modo de un vampiro, el
PCCh chupó grandes riquezas de las venas de la nación.
El daño infligido por la maléfica secta del PCCh
Al mencionar
catástrofes como las perpetradas por Aum Shinri Kyo (la secta de la Verdad
Suprema) cuando asesinó a personas inocentes con gas nervioso sarín en el
subterráneo de Japón; la Orden del Templo Solar cuando buscó el ascenso a los
cielos induciendo al suicidio a sus seguidores, o la secta Templo del Pueblo,
comandada por Jim Jones, que causó el suicidio en masa de más de 900
seguidores, cualquiera siente temor e indignación. El PCCh, sin embargo, es capaz
de cometer crímenes mil veces peores que provocan una incalculable cantidad de
víctimas.
La secta
malvada se transformó en una religión de Estado
En la mayoría
de los países, si una persona no practica una religión, igual puede vivir una
vida feliz sin tener que leer el material o escuchar los principios de esa
religión. Sin embargo, en China continental es imposible vivir sin una
constante exposición a las doctrinas y la propaganda de la secta del PCCh, dada
su condición de religión de Estado.
La persona
comienza a recibir la prédica política del PCCh cuando está en el jardín de
infantes o en la escuela primaria. Un individuo no puede acceder a la educación
superior o ascender en el escalafón laboral si no aprueba la Evaluación
Política: ninguna pregunta de este examen califica el pensamiento
independiente. El postulante tiene que aprender de memoria las respuestas
preparadas por el PCCh si quiere aprobar. El desgraciado pueblo chino se ve
obligado a repetir la prédica del Partido desde muy pequeño, con el efecto
deseado del lavado de cerebro que sufre el individuo. Cuando un cuadro el
gobierno recibe un ascenso, sea miembro del PCCh o no, tiene que asistir a la
Escuela del Partido. Hasta que no obtenga la graduación de esta escuela no será
ascendido.
En China, donde
el Partido Comunista es la religión de Estado, no se permite la existencia de
grupos con opiniones disidentes. Aun los “partidos democráticos” —creados por
el PCCh como pantalla política— y la reformada Iglesia de los Tres Entes
(autoadministración, autosustentación y autodifusión) tienen la obligación de
reconocer formalmente la conducción del PCCh. La lealtad al Partido es la
prioridad absoluta antes de abrigar cualquier otro credo, según la lógica de la
secta comunista.
El control
social llega al extremo
La secta
perversa pudo convertirse en una religión de Estado gracias a que el PCCh
ejerció el control social absoluto y le quitó la libertad a la gente. Esta
clase de dominio no tiene precedentes; el PCCh se adueñó de la propiedad
privada de la gente, una de las bases de la libertad. Hasta la década de 1980,
el único camino para ganarse el sustento en las ciudades era trabajar en las
empresas que presidía el Partido. La población de las áreas rurales tenía que
vivir de la producción de la tierra que pertenecía a las comunas del Partido.
Nadie podía escapar al control del Partido. En un país socialista como China,
las organizaciones del Partido Comunista son omnipresentes: desde el gobierno
central hasta los ámbitos más rurales de la sociedad, pasando por las aldeas y
los barrios pequeños de una ciudad, cuentan con, al menos, una. Este control
estricto asfixia la libertad individual: la libertad de tránsito (sistema de
registro de residencia), la libertad de expresión (500.000 derechistas fueron objeto
de la persecución del PCCh por expresar sus opiniones), la libertad de
pensamiento (Lin Zhao y Zhang Zhixin7 fueron ejecutados por dudar del PCCh) y
la libertad de acceso a la información (es ilegal leer libros prohibidos o
escuchar las emisoras de radio del “enemigo”; también se monitorea la
navegación en Internet).
Se puede decir
que la propiedad privada ahora es algo permitido por el PCCh, pero no debemos
olvidar que esta política de cambio y apertura sólo se instituyó cuando en el
régimen socialista la gente casi no tenía para comer y la economía estaba al
borde del colapso. El PCCh tuvo que dar un paso atrás para salvarse de la
disolución. No obstante, aun después de las reformas y la apertura, el PCCh
nunca disminuyó el control sobre el pueblo. La brutal persecución en marcha de
los practicantes de Falun Gong sólo pudo ocurrir en un país dominado por el
Partido Comunista. Si el PCCh lograra transformarse en un gigante económico,
como es su deseo, sin dudas intensificaría su dominio sobre el pueblo de China.
Defender la violencia y despreciar la vida
Defender la violencia y despreciar la vida
Casi todas las
sectas de maldad dominan a sus fieles o resisten la presión externa mediante la
violencia. Sin embargo, pocos han recurrido al grado de violencia del PCCh sin hacerse demasiado
problema. Las muertes causadas por las demás sectas de cualquier lugar del
mundo sumadas no tienen comparación con las cifras del PCCh. La secta del
comunismo chino ve a la humanidad sólo como un medio para alcanzar su meta;
matar no es más que otro de sus métodos. Por ello, el PCCh no tiene reservas ni
escrúpulos a la hora de perseguir a las personas. Cualquiera, incluidos sus
partidarios, miembros y líderes, puede convertirse en el blanco de una
persecución.
El PCCh apoyó a
los Khmer rojos, un ejemplo clásico de la brutalidad comunista y su falta de
consideración por la vida. Bajo la inspiración y la guía de las enseñanzas de
Mao Zedong, durante su gobierno de tres años y ocho meses de duración, el
Partido Comunista camboyano conducido por Pol Pot masacró a dos millones de
personas —un cuarto de la población de este pequeño país— con el fin de
“eliminar el sistema de propiedad privada”. El diez por ciento de esas muertes
correspondía a personas de origen chino.
Para no dejar
en el olvido los crímenes del Partido Comunista y recordar a las víctimas,
Camboya creó un museo para exponer las atrocidades de los Khmer rojos. El museo
está asentado en una antigua prisión del régimen. Originalmente una escuela
secundaria, el edificio fue transformado por Pol Pot en la Prisión S-21, que se
usaba especialmente para albergar prisioneros de conciencia.
Muchos
intelectuales pasaron sus últimos días en ella, donde recibieron tormentos que
les causaron la muerte. Junto con los elementos de tortura se exhiben
fotografías en blanco y negro de las víctimas antes de ser ejecutadas. Se
registran flagelaciones de todo tipo: gargantas cortadas, cerebros perforados,
niños arrojados al suelo y luego asesinados, entre otras. Todos estos métodos
de tortura fueron enseñados por los “expertos profesionales” que envió el PCCh
en apoyo de los Khmer rojos. El PCCh incluso capacitó a los fotógrafos, que se
especializaron en retratar, a modo de registro informativo o sólo por
diversión, a los prisioneros en los instantes previos a su ejecución.
Precisamente en
la Prisión S-21 se instaló una máquina perforadora de cabezas para extraer
cerebros humanos que servían como ingrediente de nutritivas comidas servidas a
los líderes del Partido Comunista camboyano. Los prisioneros eran atados a una
silla ubicada frente a la máquina perforadora de cabezas. La víctima sufría un
terror de muerte mientras un taladro en marcha punzaba la cabeza por atrás y
con suma rapidez y eficacia extraía el cerebro antes de que la víctima
alcanzara la muerte.
La naturaleza sectaria del Partido Comunista
¿Qué hace que
el Partido Comunista sea perverso y tiránico? Cuando el espectro del Partido
Comunista nació, traía una misión escalofriante. Cerca del final del Manifiesto
Comunista se encuentra un pasaje muy famoso:
Los comunistas
no están interesados en ocultar sus posturas y sus metas. Declaran abiertamente
que sus objetivos sólo pueden lograrse mediante el derrocamiento enérgico de
las condiciones sociales existentes. Las clases dominantes deben temer a la
revolución comunista. Los proletarios no tienen nada que perder más que sus
cadenas. Y tienen un mundo por ganar.
La misión de
este espectro era usar la violencia para desafiar abiertamente a la sociedad
humana, derribar el mundo viejo, “eliminar la propiedad privada”, “eliminar el
carácter, la independencia y la libertad de la burguesía”, acabar con la
explotación, con las familias, y llevar al proletariado a gobernar el mundo.
Este partido
político, que anuncia sin esconder nada su deseo de “golpear, derribar y
robar”, no sólo niega que su punto de vista sea perverso sino que proclama con
tono santurrón en el Manifiesto Comunista lo siguiente: “La revolución
comunista significa la ruptura más radical con las relaciones tradicionales; no
hay que sorprenderse si este desarrollo implicara la más radical de las
rupturas con las ideas tradicionales”.
¿De dónde
vienen las ideas tradicionales de la sociedad? De acuerdo con el ateísmo, las
concepciones tradicionales provienen de las leyes de la naturaleza y la
sociedad. Son el resultado de los movimientos sistemáticos del universo. Para
los creyentes, en cambio, las tradiciones humanas y los valores morales
provienen de Dios. Cualquiera sea su origen, la moral humana, las normas de conducta
y los parámetros para juzgar el bien y el mal más fundamentales son
relativamente estables; fueron la base para regular el comportamiento humano y
mantener el orden social durante miles de años. Si los humanos se quedaran sin
normas morales y parámetros para juzgar el bien y el mal, ¿no es probable que
se degeneraran y se transformaran en animales? Cuando el Manifiesto Comunista
declara que “en esencia provocará una ruptura con las ideas tradicionales”,
está amenazando la base de la existencia normal de la sociedad humana. El
Partido Comunista tiende por su concepción a convertirse en una secta malvada
que causa destrucción a la humanidad.
Todo el
Manifiesto Comunista, que establece los principios rectores del movimiento,
está impregnado de pronunciamientos extremos que no incluyen ni una pizca de
bondad y tolerancia. Marx y Engels creyeron haber encontrado la ley del
desarrollo social a través del materialismo dialéctico. Por ende, con la
“verdad” en la mano, cuestionaron todo y negaron todo. Con obstinación
impusieron la ilusión del comunismo a los pueblos y no se echaron atrás a la
hora de defender el uso de la violencia como medio de destruir las estructuras
sociales y las bases sociales vigentes. Lo que trajo aparejado el Manifiesto
Comunista al recién nacido Partido Comunista fue un inicuo espectro que se
opone a las leyes del cielo, extermina la naturaleza humana y muestra
arrogancia, un egoísmo extremo y una total falta de límites.
La teoría comunista del día del fin del mundo. El
miedo al fin del Partido
Marx y Engels
infundieron un espíritu de maldad al Partido Comunista. Lenin fundó el Partido
Comunista en Rusia, y empleando la violencia de los villanos, derrocó el
gobierno de transición erigido tras la Revolución de Febrero,8 hizo fracasar la
revolución de la burguesía rusa, se apoderó del gobierno y consiguió así un
lugar donde la secta comunista pudiera hacer pie. Sin embargo, el éxito de
Lenin no hizo que los proletarios ganaran el mundo, sino todo lo contrario,
como denuncia
el primer párrafo del Manifiesto Comunista: “Todos los poderes de la vieja Europa han formado una santa alianza para exorcizar este espectro…”. A poco de haber nacido, el Partido Comunista enfrentó su primera crisis de supervivencia y el miedo a desaparecer en cualquier momento.
el primer párrafo del Manifiesto Comunista: “Todos los poderes de la vieja Europa han formado una santa alianza para exorcizar este espectro…”. A poco de haber nacido, el Partido Comunista enfrentó su primera crisis de supervivencia y el miedo a desaparecer en cualquier momento.
Después de la
Revolución de Octubre,9 los comunistas rusos, o bolcheviques, no trajeron paz
ni pan al pueblo, sólo matanza injustificada. La primera línea de combate
estaba perdiendo la batalla y la revolución empeoró la situación económica de
la sociedad. Como consecuencia, el pueblo comenzó a rebelarse. Pronto la guerra
civil se expandió a todo el territorio, y los granjeros se negaron a
suministrar comida a las ciudades. En el área del río Don, los cosacos se
sublevaron, y la batalla contra el Ejército Rojo causó un gran derramamiento de
sangre. Lo bárbaro y brutal de las matanzas ocurridas en esta contienda fue
recogido por la literatura: El Don apacible, de Mijail Sholojov, y otras
historias del mismo autor versan sobre esta masacre. Las tropas comandadas por
el ex líder del Ejército Blanco Aleksandr Vailiyevich Kolchak y el general
Anton Denikin estuvieron cerca de derrotar a las filas comunistas. Aun como una
fuerza política de reciente nacimiento, el Partido Comunista despertaba el rechazo
de casi toda la nación, tal vez debido a que la naturaleza de la secta era
demasiado perversa para ganar el corazón del pueblo.
La experiencia
del PCCh fue similar a la de su par ruso. Desde el Incidente de Mari y la
Masacre del 12 de Abril,10 hasta sufrir la proscripción incluso en áreas
controladas por los comunistas chinos, pasando por los 25.000 kilómetros que
fueron obligados a recorrer en la Marcha Larga, el PCCh tuvo que convivir a lo
largo de su historia con el fantasma de la desaparición.
El Partido
Comunista nació con la determinación de destruir el viejo mundo de cualquier
manera. Así se encontró frente a un problema real: la propia supervivencia.
Ésta se convirtió en la principal preocupación de la secta, que desde su
concepción tuvo que destinar sus mayores esfuerzos a evitar la desaparición.
Con los profundos problemas que sufre la alianza comunista internacional, la
crisis de supervivencia del PCCh no ha hecho más que agravarse. Desde 1989, su
miedo a que llegue su “fin del mundo” se agiganta sin cesar.
V. El arma más
preciada para la supervivencia de la secta comunista: la lucha brutal
El Partido
Comunista tiene como normas inquebrantables su disciplina de hierro, una
lealtad absoluta y los principios de la organización. El juramento que prestan
quienes ingresan a sus filas es el siguiente:
“Deseo sumarme
al Partido Comunista, defender la Constitución del Partido, observar sus
normas, cumplir las obligaciones de los miembros, obedecer las decisiones
partidarias, acatar estrictamente la disciplina del Partido, no revelar sus
secretos, mantener la lealtad, trabajar con compromiso, dedicar mi vida entera
a la causa comunista, estar dispuesto a sacrificar todo por el Partido y por el
pueblo, y jamás traicionar al Partido.” (Véase Constitución del PCCh, capítulo
uno, artículo sexto.)
El PCCh
denomina a este espíritu de devoción sectaria “sentido de naturaleza
partidaria”. Le pide a cada miembro que esté dispuesto a abandonar sus
creencias y principios personales para obedecer la voluntad del Partido y sus
líderes. Si el Partido quiere que uno sea bueno, uno tiene que ser bueno; si el
Partido desea que uno haga el mal, el miembro no tiene otra opción que hacer el
mal. Si no lo hace así, la persona no cumple los requisitos necesarios para ser
un miembro del Partido porque no muestra un marcado “sentido de naturaleza
partidaria”.
Mao Zedong
dijo: “La filosofía marxista es una filosofía de lucha”. Para fomentar y
mantener el “sentido de naturaleza partidaria”, el PCCh abona al método de
impulsar periódicamente luchas partidarias internas. También mediante la
creación de pugnas violentas dentro y fuera del Partido, el PCCh logró eliminar
a opositores y crear el terror rojo. Al mismo tiempo, el PCCh efectúa purgas de
sus propios miembros, hace más estrictas sus reglas sectarias y alimenta la
naturaleza partidaria de sus militantes para reforzar su capacidad de lucha.
Todo esto constituye el arma privilegiada del PCCh para prolongar su
existencia.
De los líderes
del PCCh, Mao Zedong era el más apto para utilizar el recurso de las luchas
internas descarnadas. Para detectar el inicio de estos métodos hay que
remontarse a la década de 1930, a las regiones controladas por los comunistas
chinos, conocidas como el Área Soviética.
En el año 1930,
Mao Zedong impulsó una ola de terror revolucionario de gran alcance en la
provincia de Jiangxi: las purgas de la Alianza Antibolchevique, o Alianza AB.
Miles de soldados del Ejército Rojo, miembros del Partido y de la Liga así como
civiles de las bases comunistas fueron brutalmente asesinados. Estos hechos se
debieron a la autoridad despótica de Mao. Una vez que estableció el Área
Soviética en la provincia de Jiangxi, Mao debió hacer frente a un levantamiento
protagonizado por el Ejército Rojo local y organizaciones partidarias del
suroeste de Jiangxi encabezado por Li Wenlin. Mao no podía soportar que se
creara una fuerza de oposición organizada en sus narices y usó los métodos más
despiadados para acabar con los miembros del Partido sospechados de opositores.
Para crear un clima de severidad que propiciara la purga, Mao no dudó en
iniciar la investigación con las tropas que estaban bajo su mando directo.
Entre fines de noviembre y la mitad de diciembre de ese año, el Primer
Regimiento de Infantería del Ejército Rojo fue sometido a un “rápido reajuste
militar”. Se formaron agrupaciones para purgar a los contrarrevolucionarios en
todos los niveles del ejército: divisiones, regimientos, batallones, compañías
y pelotones; y se arrestó y ejecutó a miembros del Partido que pertenecían a
familias terratenientes o de campesinos pudientes, o simplemente a los que
presentaban una queja. En menos de un mes, de los 40.000 soldados del Ejército
Rojo, 4400 fueron identificados como “elementos de la Alianza AB”, entre ellos
más de diez capitanes. Todos fueron ejecutados.3
Mao tampoco se
olvidó de castigar a los opositores del Área Soviética. En ese último mes de
1930 le dio la orden a Li Shaojiu, secretario general del Departamento Político
General de la Infantería del Ejército Rojo y presidente del Comité de Purga, de
viajar en representación del Comité de Frontera General a la ciudad de Futian,
provincia de Jiangxi, donde tenía su sede el gobierno comunista. Li Shaojiu
arrestó a miembros del Comité de Acción Provincial y a ocho jefes importantes
del Vigésimo Ejército Rojo, entre ellos a Duan Liangbi y Li Baifang. Usó
variados métodos de tortura como las golpizas y las quemaduras en el cuerpo;
las víctimas quedaban con lesiones en todo el cuerpo, dedos rotos, quemaduras
múltiples y la movilidad imposibilitada. Según los registros de la época, los gritos
de los torturados eran tan fuertes que podrían haber perforado el cielo; los
tormentos se aplicaban con un ensañamiento inusitado.3
El 8 de
diciembre, cuando las esposas de Li Baifang, Ma Ming y Zhou Mian acudieron a
visitar a sus esposos, fueron apresadas en carácter de miembros de la Alianza
AB y se las sometió a torturas despiadadas. Recibieron golpes de todo tipo,
quemaduras en la vulva y cortes en los pechos realizados con cuchillos. Bajo el
efecto de los tormentos, Duan Liangbi confesó que Li Wenlin, Jin Wanbang, Liu
Di, Zhou Mian, Ma Ming y otros eran líderes de la Alianza AB y que había muchos
otros miembros de esta agrupación infiltrados en las escuelas del Ejército
Rojo.3
Sólo entre el 7
y el 12 de diciembre, Li Shaojiu y otros arrestaron a más de 120 sospechosos de
integrar la Alianza AB y a decenas de líderes contrarrevolucionarios durante la
severa purga de Futian, donde se ejecutó a más de 40 personas. Los crueles
actos de Li Shaojiu desembocaron en el Incidente de Futian,11 que sucedió el 12
de diciembre de 1930 y conmovió al Área Soviética.3
Desde el Área
Soviética hasta Yan’an, Mao aplicaba su teoría y práctica de la lucha, y
gradualmente logró concentrar en su persona el liderazgo absoluto del Partido.
Cuando en 1949 el PCCh subió al poder, Mao continuó respondiendo a las amenazas
a su poder con este modelo de lucha intrapartidaria. Por ejemplo, en el
plenario de la Octava Reunión del Comité Central del PCCh, realizada en Lushan en
1959, Mao Zedong lanzó un ataque súbito a Peng Dehuai y lo desplazó de su
cargo.12 A todos los líderes presentes se les pidió que tomaran una posición;
los pocos que se atrevieron a manifestar opiniones disidentes fueron acusados
de integrar el bloque antipartido de Peng Dehuai. Durante la Revolución
Cultural, los cuadros veteranos del Comité Central del PCCh fueron sancionados
uno tras otro, y ninguno de ellos opuso resistencia. ¿Quién iba a atreverse a
desafiar a Mao Zedong? El PCCh siempre privilegió la disciplina de hierro, la
lealtad al Partido y los principios de la organización por sobre cualquier otra
cosa, con una obediencia total a las jerarquías. La naturaleza partidaria
encontró su caldo de cultivo las luchas políticas constantes.
Durante la
Revolución Cultural, Li Lisan, un antiguo líder partidario, fue llevado al
límite de su resistencia. A los 68 años de edad, se lo sometía a
interrogatorios unas siete veces por mes. Su esposa Li Sha era tratada como una
espía del “revisionismo soviético”; había sido encarcelada y se desconocía su
paradero. Sin opciones a la vista y preso de la desesperación, Li se suicidó
ingiriendo pastillas para dormir. Antes de morir, Li Lisan escribió una carta a
Mao Zedong que refleja el sentido de la naturaleza partidaria, según el cual un
miembro del PCCh no puede osar rendirse, ni siquiera estando al borde de la
muerte: Líder, estoy transitando el camino de la traición al Partido porque
estoy a punto de suicidarme, y no tengo manera de defender mi crimen. Sólo hay
una cosa que puedo decir en mi favor: mi familia y yo jamás colaboramos con
Estados enemigos. Sólo en este tema, le solicito al gobierno central que
investigue y analice los hechos y arribe a las conclusiones del caso sobre la
base de la verdad…
Si bien la
filosofía de lucha de Mao Zedong llevaría a China a una catástrofe sin
precedentes, la práctica regular —cada siete u ocho años— de estas maniobras
políticas junto con la lucha intrapartidaria han garantizado la supervivencia
del PCCh. Estas movidas se basan en la estrategia de que una minoría de un
cinco por ciento sufre la persecución, mientras que el restante noventa y cinco
por ciento observa y recibe la lección de la obediencia absoluta a las
directivas del Partido, mecanismo que refuerza la organización cohesiva y la
fuerza destructiva del Partido.
Estas luchas
también eliminaban a esos miembros vacilantes que no estaban dispuestos a
entregar su conciencia y atacaban a las fuerzas que se atrevían a resistir.
Este mecanismo garantizaba que los miembros con las mayores ansias de lucha y
más diestros en el matonismo eran los que llegarían más alto en el escalafón
partidario. Los conductores de la secta del PCCh son personas sin miedo, con
una rica experiencia en peleas y rebosantes de espíritu partidario. Estas
campañas brutales otorgan a los que las protagonizan una “lección de sangre”, a
la vez que un violento lavado de cerebro. Al mismo tiempo, son una inyección de
energía para el PCCh, que alimenta su hambre de lucha, asegura su supervivencia
y se aleja de convertirse en un grupo que rehuye el enfrentamiento.
Esta naturaleza
partidaria imprescindible para el PCCh está dada por sus rasgos sectarios. Para
lograr sus metas, el PCCh cuenta con la determinación necesaria para romper con
los principios tradicionales y combatir sin vacilaciones contra cualquier
fuerza que obstruya su avance. Así, necesita entrenar y esclavizar a todos sus
miembros para que se conviertan en herramientas sin corazón, sin fe ni
justicia. La naturaleza del PCCh se origina en el odio que siente hacia la
sociedad humana y sus tradiciones, la ilusoria evaluación que hace de sí mismo
así como su extremo egoísmo y desprecio por la vida ajena. Para alcanzar su
ideal, el PCCh emplea la violencia a toda costa para hacer añicos al mundo y
eliminar a sus opositores. Una secta corrompida como ésta se encontrará con la
resistencia de las personas conscientes, por lo que debe borrar la conciencia y
los pensamientos de bondad de la gente para que el pueblo crea en su doctrina
del mal. Según su lógica, la vida y los intereses del Partido importan por
sobre cualquier cosa, incluso los intereses colectivos de sus miembros; así,
cualquiera de ellos debe estar listo para sacrificarse por el Partido.
Si observamos
la historia del PCCh, los individuos que mantuvieron el esquema mental de los
intelectuales tradicionales, como Chen Duxiu y Qu Qiubai, o los que tenían en
cuenta los intereses de la gente, como Hu Yaobang y Zhao Ziyang, o aquellos que
aspiraban a desempeñar una gestión intachable como funcionarios y prestar un
servicio genuino al pueblo, como Zhu Rongji, aun cuando realizaran grandes
aportes al Partido y estuvieran despojados de ambiciones personales,
inevitablemente eran objeto de purgas y marginación o de limitaciones en su
accionar impuestas a través de la disciplina partidaria.
El sentido de
naturaleza partidaria o las mismas condiciones para integrar el PCCh que sus
conductores siempre estimularon en ocasiones los llevaron a ceder terreno y
retroceder ante situaciones críticas, ya que en todos los actos de la secta
subyace el sentido de supervivencia, su interés más elevado. Sus miembros
prefieren sacrificarse y observar cómo la fuerza maligna que habita el Partido
cometa un asesinato a poner en peligro la subsistencia del PCCh con
pensamientos que denotan escrúpulos o misericordia.
Éste es el
resultado del mecanismo de lucha de la secta comunista: la gente buena se
convierte en herramientas que el Partido utiliza según su conveniencia, pierde
la conciencia humana y adquiere la naturaleza partidaria. Muchas luchas
internas derribaron a más de diez líderes partidarios de primera línea o
sucesores nombrados; ninguno de los líderes de mayor jerarquía tuvo un buen
final. Aun cuando Mao Zedong fue amo y señor durante cuarenta y tres
años, poco después de su muerte su esposa y su sobrino fueron encarcelados, un
hecho celebrado por todo el Partido como una gran victoria del maoísmo.
¿Comedia o farsa?
Después de que
el PCCh asumió el poder, se sucedieron las maniobras políticas que impulsaban
luchas dentro y fuera del Partido. Esto se dio durante la era de Mao, y también
en el período de “reforma y apertura” posterior a Mao. En los años ochenta,
cuando el pueblo comenzaba a gozar de una pequeña dosis de libertad de
pensamiento, el PCCh lanzó la campaña de Oposición a la Liberalización de la
Burguesía e impuso los Cuatro Principios Fundamentales14 con el fin de
preservar su poder absoluto.
En 1989, los
estudiantes que pedían de manera pacífica una apertura democrática fueron
masacrados porque el PCCh no puede tolerar las aspiraciones democráticas. Los
años noventa vieron un aumento vertiginoso del número de practicantes de Falun
Gong que creen en Verdad, Benevolencia y Tolerancia, algo que desencadenó una
persecución genocida que empezó en 1999, ya que el PCCh no puede aceptar la
naturaleza humana y los pensamientos de bondad. La secta debe usar la violencia
para aniquilar la conciencia de la gente y reafirmar su propio poder.
El cambio de
siglo encuentra una comunicación global propiciada por Internet; sin embargo,
el PCCh ha destinado grandes sumas de dinero a instalar redes de bloqueo que
atrapan a quienes buscan la libertad en la red, porque el PCCh siente terror de
que la gente acceda libremente a la información.
La degeneración de la secta maligna del PCCh
La secta
perversa del comunismo chino gobierna en oposición a la naturaleza humana y los
principios celestiales. El PCCh es conocido por su arrogancia, su vanidad, su
egoísmo y por sus actos brutales y descontrolados. Pese a que ha causado
grandes desastres en innumerables ocasiones, nunca admite un error, así como
jamás le muestra al pueblo su verdadera naturaleza. Si lo creía necesario, el
PCCh cambió sin dudar sus lemas y las categorías que impone sobre las personas,
una práctica en la que basa gran parte de su poder. El Partido hará lo que sea
para mantenerse en el poder, sin ninguna consideración por la moral, la
justicia y la vida humana.
La
institucionalización y la socialización de esta secta del mal pueden llevarla
al colapso total. Como consecuencia de la centralización del poder, se silenció
a la opinión pública y se desarticularon todos los posibles medios de
monitoreo, con lo que no queda fuerza alguna que pueda detener al PCCh en su
caída hacia la corrupción y la desintegración.
El PCCh de hoy
se convirtió en el partido gobernante que practica el desfalco y la corrupción
en los niveles más altos del mundo. Según estadísticas del propio gobierno
chino, de los 20 millones de funcionarios, oficiales y cuadros del Partido o
del gobierno que se desempeñaron en los últimos veinte años, la justicia
encontró culpables de casos de corrupción a 8 millones, quienes recibieron
castigos según las normas partidarias o gubernamentales. Si se toman en cuenta
los funcionarios corruptos no identificados, se calcula que la cantidad que
malversó fondos supera los dos tercios.
La obtención de
beneficios materiales mediante la corrupción y la extorsión se convirtió en la
fuerza de unidad más potente del PCCh actual. Los funcionarios corruptos saben
que si el PCCh cayera, desaparecería la oportunidad de engrosar sus arcas
personales, y no sólo se quedarían sin sus cargos, sino que la justicia podría
enviarlos a la cárcel. En La ira del cielo, una novela que revela los negocios
clandestinos de los funcionarios del PCCh, Chen Fang, su autor, puso en boca de
Hao Xiangshou, un subdirector de una secretaría municipal del gobierno
comunista, una frase que define la operatoria más íntima del Partido: “La
corrupción ha estabilizado nuestro poder político”.
El pueblo chino
sabe que: “Si luchamos contra la corrupción, el Partido caerá. Si no lo
hacemos, la nación perecerá”. El PCCh, sin embargo, no quiere arriesgar su
propia suerte combatiendo la corrupción. Lo que hará es sacrificar a unos pocos
elementos corruptos para cuidar su imagen. Esto extenderá la vida del Partido
unos pocos años por el módico precio de algunas manzanas podridas. Hoy, la
única meta de la secta perversa es mantener el poder y evitar la desaparición.
En la China
actual, la ética y la moral se han degenerado casi hasta su extinción.
Productos de mala calidad, prostitutas, drogas, asociaciones entre autoridades
y delincuentes, sindicatos de crimen organizado, juego, soborno; la corrupción
de toda clase es la moneda de curso legal en esta época. El PCCh ignoró durante
mucho tiempo esta decadencia moral, mientras muchos funcionarios de alto rango
son los jefes que por debajo del mostrador extorsionan a la gente atemorizada
que busca protección. Cai Shaoqing, un estudioso del tema de la mafia y las
organizaciones criminales que representa a la Universidad de Nanjing, calcula
que el número de personas implicadas en el crimen organizado en China hoy
alcanza o supera el millón. Cada vez que un criminal cae expone alguna conexión
con jueces, policías o funcionarios del gobierno comunista.
El PCCh teme
que el pueblo de China adquiera sentido de la conciencia y la moral; por esa
razón no permite la fe religiosa o la libertad de pensamiento. Emplea todos sus
recursos para perseguir a la gente de bien que profesa su fe, como los
cristianos que tienen que ocultar su creencia en Dios, o los practicantes de
Falun Gong que pese a la persecución sobre ellos buscan ser Verdaderos,
Benevolentes y Tolerantes. El PCCh teme que la democracia acabe con su régimen
unipartidario, y por eso no le permite al pueblo ejercer su libertad política.
Sin dudar envía a prisión a progresistas independientes y a militantes de
derechos civiles.
Aunque por otro
lado, otorga una libertad falsa a la ciudadanía: siempre que no se interese por
la política y no se oponga a la conducción del PCCh, cualquier persona puede
expresar sus deseos como le plazca, aun si eso significa realizar actos de
maldad o reñidos con la ética. Como consecuencia, el PCCh hoy sufre un
deterioro estrepitoso y la sociedad china vive una decadencia moral sin
precedentes.
“El camino al
cielo está cortado y las puertas del infierno, abiertas”, es la mejor
descripción del estado de degeneración de la sociedad china tras el paso del
huracán devastador del PCCh.
Reflexiones sobre el gobierno del mal del PCCh
¿Qué es el
Partido Comunista?
Esta pregunta
en apariencia simple no tiene una respuesta sencilla. Bajo la falsa intención
de existir “para el pueblo” y usando el disfraz de un partido político, el
Partido Comunista logró engañar a millones de personas. No se trata de un
partido político en el sentido habitual de la expresión, sino de una secta
maléfica y dañina poseída por un espectro del mal. El Partido Comunista es un
ser con vida propia que se manifiesta en el mundo a través de las
organizaciones partidarias. Lo que lo habita en realidad es un espectro maligno
que se apoderó de él, y es ese espectro el que determina su naturaleza
perversa.
Los líderes del
Partido Comunista, mientras actúan como los gurúes de la secta, sólo cumplen la
función de voceros del espectro y del Partido. Cuando su voluntad y sus metas
coinciden con las del espectro y éste puede valerse de ellas para cumplir sus
fines, esas personas serán elegidas como conductores. Pero cuando su labor
obstaculiza las necesidades del Partido, serán desechados brutalmente. Cerca de
una docena de encaramados líderes en determinado momento perdieron su estado de
gracia, un hecho que confirma esta práctica. En realidad, los máximos
conductores del Partido caminan todo el tiempo sobre una fina cuerda tirante.
Pueden apartarse de la línea partidaria y dejar un buen nombre para la
historia, como Gorbachov, o ser victimizados por el Partido como muchos
secretarios generales. El mecanismo de lucha garantiza que sólo los más
hábiles, malvados y resistentes accederán a la posición de gurúes de la secta
comunista.
El pueblo es el
blanco de la esclavización y la opresión del Partido. En un gobierno comunista,
el pueblo no tiene medios para defenderse. Por el contrario, tiene la
obligación de aceptar sus directivas y apoyarlas. También, es objeto de lavados
de cerebro periódicos donde se le inculcan ideas de carácter sectario, a los
que debe someterse bajo la coerción del Partido. Toda la nación es forzada a
creer en esta secta de maldad y a sostenerla con su esfuerzo. Éstas son
situaciones que casi no se ven en el mundo de hoy; se debe reconocer la
capacidad inigualable del PCCh para ejercer una opresión semejante.
Los militantes
son una masa física que se usó para llenar el cuerpo del Partido. Muchos de
ellos son personas honestas y bondadosas, y hasta pueden haber tenido logros
reconocibles en su vida pública. Ésta es la gente que al PCCh más le gusta
incorporar a sus filas, ya que puede usar su reputación y su idoneidad para
adquirir prestigio. Muchos otros, a partir de su deseo de servir como
funcionarios y disfrutar de un estatus social más alto, trabajan con tesón para
pertenecer al Partido y colaborar con el ente maligno.
También están
los que se incorporan porque quieren tener algún logro en sus vidas y saben que
eso les va a costar mucho si no lo hacen por dentro del Partido. Otros
simplemente buscan la adjudicación de una vivienda o quizá crear una mejor
imagen de su persona. Así, entre las decenas de millones de miembros del
Partido encontramos personas buenas y malas. No obstante, cualesquiera sean los
motivos de afiliación, una vez que se jura lealtad a la causa comunista, por
voluntad propia o no, uno se debe entregar por completo al Partido.
Entonces se
someterá al proceso de lavado de cerebro mediante las reuniones semanales de
estudio político. Una buena parte de los miembros guardarán pocos o ninguno de
sus conceptos anteriores, y serán controlados fácilmente por el espectro
perverso una vez ejercido el adoctrinamiento. Estas personas actuarán como las
células en el cuerpo humano, y trabajarán sin descanso para hacer posible la
vida del Partido, aunque ellas también integren la población esclavizada. Más
triste aún es que una vez que uno queda ligado a la naturaleza partidaria, se
vuelve casi imposible deshacerse de este lazo.
Si el individuo
muestra su costado humano, será objeto de purgas y persecución. La persona no
puede salirse del Partido por su cuenta aunque lo desee, porque éste, con su
política de admisión irrestricta y salida prohibida, la considerará traidora.
Por eso la gente suele mostrar una naturaleza dual: en su vida política enseña
la faceta del Partido Comunista, y en su vida diaria, la humana.
Los cuadros del
Partido son las personas que guardan el poder entre los miembros comunes. Si
bien pueden optar entre el bien y el mal y tomar sus propias decisiones en
determinadas ocasiones, ellos, como conjunto, tienen que acatar la voluntad del
Partido. El mandato deja en claro que “todo el Partido obedece al Comité
Central”. Los cuadros son los líderes en distintos niveles; son la columna
vertebral del Partido. Con todo, ellos también son meras herramientas para el
espectro. Al igual que el resto del pueblo, fueron engañados, utilizados y
victimizados durante las maniobras políticas recientes. El PCCh busca comprobar
si la persona sigue al gurú indicado y si es sincera en su devoción.
¿Cómo puede ser
que la gente siga sin darse cuenta?
El PCCh ha
abundado en vicios y perversidades a lo largo de sus más de cincuenta años en
el gobierno de China. ¿Cómo puede ser, entonces, que el pueblo aún no haya
comprendido cabalmente la naturaleza maligna del PCCh? ¿Acaso los chinos son
sordos? No, no es eso. China es una de las naciones de mayor sabiduría del
mundo, y ostenta una rica tradición cultural con más de 5000 años de historia.
No obstante, vive bajo el régimen del PCCh, aterrorizada de expresar su
disconformidad. La respuesta está en el control de la mente que ejerce el PCCh.
Si el pueblo
chino gozara de libertad de expresión y pudiera debatir sin restricciones los
logros y reveses de su gobierno, nos imaginamos que desde hace mucho habría
descubierto lo perverso de la naturaleza del PCCh y estaría liberado de la
influencia de esta secta maligna. Por desgracia, el pueblo chino perdió la
libertad para expresarse y pensar hace más de medio siglo, cuando el comunismo
subió al poder en China. El fin ulterior de la persecución de los intelectuales
derechistas en 1957 fue restringir la libre expresión y dominar la mente de las
personas. En una sociedad que carece de las libertades fundamentales, la
mayoría de los jóvenes que estudiaron con pasión las obras de Marx y Engels
durante la Revolución Cultural irónicamente fueron calificados de “camarilla
antipartido” y en consecuencia, objeto de persecución. Discutir el pro y el
contra del PCCh simplemente no está entre las opciones permitidas.
No son muchos
los chinos que siquiera se animan a pensar en llamar secta maligna al PCCh. Sin
embargo, si se propusieran comprobar la veracidad de la expresión, los que residen
en China no tendrían dificultades para ver que es cierta, tanto desde su propia
experiencia como desde la de su familia y amigos.
El pueblo chino
no sólo no tiene libertad de expresión, sino que fue adoctrinado con las
enseñanzas y la cultura del Partido. Así, todo lo que la gente podía oír era
alabanzas al Partido, y su mente se fue vaciando de ideas que no fueran las que
fortalecen al PCCh. La masacre de la Plaza Tiananmen es un caso que ofrece
material para el análisis. Cuando el 4 de junio de 1989 se oyeron disparos, las
personas que estaban en la plaza corrieron instintivamente a ocultarse tras los
arbustos. Unos instantes después, pese al riesgo, salieron de su escondite y
empezaron a cantar La Internacional al unísono. Estos chinos mostraron gran
coraje, inocencia y dignidad; pero ¿por qué cantaron La Internacional, el himno
comunista, cuando se enfrentaban a las armas comunistas? La razón es simple.
Educada en la cultura del Partido, esta pobre gente jamás recibió otra cosa que
el comunismo. Las personas que estaban en la Plaza Tiananmen no conocen más
canciones que La Internacional y unas pocas más que veneran al Partido
Comunista.
¿Cuál es la salida?
Hace tiempo que
el PCCh marcha hacia su propia destrucción. Por desgracia, sigue tratando de atar
su destino al de la nación china antes de desaparecer.
El agonizante
PCCh se muestra cada vez más débil y su control sobre la mente del pueblo tiene
cada vez menos firmeza. Con el avance de las telecomunicaciones e Internet, al
PCCh se le hace cada vez más difícil impedir la difusión de la información y la
libre expresión. Mientras los funcionarios corruptos continúan saqueando y
oprimiendo al pueblo, éste empieza a despertarse de la ilusión del PCCh, y
muchos ya ejercen la desobediencia civil. El PCCh no sólo no pudo aumentar el
control ideológico en su persecución de Falun Gong, sino que además se debilitó
cuando se hizo público su accionar brutal. Este momento oportuno llevó a mucha
gente a reconsiderar su concepción del PCCh, un proceso que llevará al pueblo
chino a despertarse de su letargo ideológico y así liberarse del maléfico
espectro comunista.
Luego de vivir
más de cincuenta años bajo la dictadura del PCCh, el pueblo chino no necesita
ninguna revolución violenta, sino una redención de las almas. Esto es algo que
puede alcanzar ayudándose a sí mismo; el primer paso hacia esa meta es tomar
conciencia de la naturaleza ruin del PCCh.
Llegará el día
en que el pueblo separará del aparato estatal a las organizaciones del Partido
Comunista que se adhieren a aquél; esto permitirá que los sistemas sociales
funcionen con independencia, respaldados por las fuerzas principales de la
sociedad. Con la extinción de una organización partidaria de tipo dictatorial,
la eficiencia del gobierno mejorará. Ese día se aproxima. De hecho, ya en los
años ochenta, los reformadores internos del Partido hablaban de “separar el
Partido del gobierno”. Se comprobó reiteradas veces que los intentos de reforma
desde el interior del PCCh son inadecuados e infructuosos, ya que la ideología
del “liderazgo absoluto del Partido” aún tiene vigencia entre los miembros de
la secta.
La cultura del
Partido es el medio ambiente que necesita para sobrevivir la vil secta
comunista. Como vimos, existen algunos indicios de que el PCCh puede perder la
posesión de sus administraciones estatales; en cambio, parece más difícil
quitarle la posesión de la mente del pueblo, pero éste es el único camino
posible para arrancar de raíz la hierba mala del comunismo. Esto es algo que
puede lograrse sólo con el esfuerzo del mismo pueblo chino.
Con la
recuperación de la mente y la naturaleza humana de las garras de la secta, el
pueblo volverá a vivir en la moral y podrá efectuar con éxito el tránsito hacia
una sociedad no comunista. La clave del exorcismo de esta posesión maléfica
reside en identificar la naturaleza del espectro perverso y sacarla a la luz;
así quedará sin lugar donde esconderse y desde el cual dañar al pueblo. El
Partido Comunista pone el acento en el control ideológico, ya que el comunismo
no es nada más que una ideología, que el pueblo borrará de su mente cuando se
percate de la falsedad comunista, la cultura partidaria y la influencia del
espectro malvado que habita en él. Si el pueblo alcanza su salvación, el PCCh
se desintegrará.
Las naciones gobernadas
por el comunismo están ligadas a la pobreza, el totalitarismo y la persecución.
Y sólo quedan unas pocas: China, Corea del Norte, Vietnam y Cuba, entre las más
prominentes. Los días de estos regímenes están contados.
Cuando se
libere de la posesión comunista, con la sabiduría del pueblo y la inspiración
que brinda la gloriosa historia de la nación china, ésta será una tierra que
abrigará grandes esperanzas.
Conclusión
El PCCh dejó de
creer en el comunismo. Su alma ha muerto; permanece su sombra. Conserva sólo la
piel del comunismo, aunque manifiesta las características de la secta maligna:
arrogancia, vanidad y egoísmo, así como indulgencia frente la violencia inaceptable.
Heredero del comunismo, el PCCh niega la ley del cielo y enfrenta la naturaleza
humana.
En la
actualidad, el PCCh sigue gobernando China con sus métodos de lucha,
perfeccionados con los años, y con su sistema de organizaciones de tejido
cerrado en conjunción con la posesión partidaria; también utiliza la propaganda
perversa, que funciona como religión de Estado. La descripción de los seis
rasgos del Partido Comunista no deja margen para la duda: se trata de una secta
diabólica que sólo hace el mal y ningún bien.
A medida que se
acerca a su final, la secta comunista acelera su ritmo de corrupción y
degeneración. El mayor problema es que el Partido hará lo que sea para
arrastrar a la nación china en su caída al abismo.
El pueblo chino
tiene que ayudarse, reflexionar y así librarse del mal del PCCh.
Notas:
1 “El
leopardo ha muerto, pero todavía queda su piel” es un verso del “Poema del
ciruelo en flor”, de Shao Yong (1011-1077), incluido en un antiguo libro de
profecías chinas. El leopardo se usa aquí para referirse al territorio de la ex
Unión Soviética, cuya forma recuerda un leopardo en plena carrera. Con la caída
de la Unión Soviética, la esencia del sistema comunista desapareció, y quedó
sólo la piel (la forma), la herencia que recibió el PCCh.
2 Constitución de la República Popular China (traducción oficial, 1999).
3 El Incidente de la Alianza AB se refiere a la operación contra la Alianza Antibolchevique, de 1930, cuando Mao ordenó la ejecución de miles de miembros del Partido, soldados del Ejército Rojo y civiles inocentes en la provincia de Jiangxi, en un intento por consolidar su poder en las áreas de predominio del PCCh.
4 Del “Informe de la investigación del Movimiento Campesino de Hunan”, de Mao (1927).
5 El monte Tai (Taishan) es el primero de cinco montes famosos de la provincia china de Shandong. En 1987 las Naciones Unidas lo declararon patrimonio de la humanidad.
6 La Campaña de Vallado de Tierras integra el lado oscuro de las reformas económicas impulsadas en China. Al igual que lo ocurrido en Inglaterra durante la revolución industrial (1760-1850), las tierras aptas para la agricultura en la China actual fueron demarcadas para crear regiones económicas en el ámbito de los condados, las ciudades, las provincias y el país. Como resultado de esta acción, los granjeros chinos perdieron sus tierras. En las ciudades y pueblos, ciertas áreas urbanas antiguas fueron desalojadas para crear zonas comerciales, y sus antiguos residentes recibieron una indemnización mínima. Más información disponible en: http://www.uglychinese.org/enclosure.htm
7 Dos intelectuales a las que el PCCh torturó hasta la muerte durante la Revolución Cultural por no creer las mentiras del PCCh y decir la verdad sin tapujos.
8 Se refiere a la revolución de la burguesía rusa de febrero de 1917, que derrocó al zar.
9 La Revolución de Octubre, también conocida como Revolución Bolchevique, fue liderada por Lenin y se consumó en octubre de1917. El movimiento asesinó a los revolucionarios de la clase capitalista que habían derrocado al zar y aplastó la revolución burguesa.
10 El Incidente de Mari y la Masacre del 12 de Abril se refieren a ataques del Kuomintang al PCCh. El primero ocurrió el 21 de mayo de 1927 en la ciudad de Changsha, provincia de Hunan. El segundo sucedió durante el mismo año en Shanghai. En ambos casos, se atacó, arrestó o asesinó a militantes del PCCh.
11 Liu Di, un funcionario del 20º Regimiento del Ejército Rojo acusado de pertenecer a la Alianza AB, encabezó una revuelta en la ciudad de Futian que acusó a Li Shao Jiu de contrarrevolucionario. El movimiento tomó el control de Futian y liberó a más de 100 presos acusados de integrar la Alianza AB, al grito de “abajo Mao Zedong”.
12 Peng Dehuai (1898-1974): general del comunismo chino y líder político. Peng se desempeñó como comandante en jefe durante la Guerra de Corea, vicepresidente del Consejo de Estado, miembro de la Oficina Política y ministro de Defensa entre 1954 y 1959. Fue desplazado de sus cargos oficiales tras manifestar su desacuerdo con los enfoques izquierdistas de Mao en el Plenario del PCCh en Lushan, en 1959.
13 De “Li Lisan: la persona que recibió cuatro funerales”.
14 Los cuatro principios son: la vía socialista, la dictadura del proletariado, la conducción del PCCh, y el marxismo-leninismo y el Pensamiento de Mao Zedong.
2 Constitución de la República Popular China (traducción oficial, 1999).
3 El Incidente de la Alianza AB se refiere a la operación contra la Alianza Antibolchevique, de 1930, cuando Mao ordenó la ejecución de miles de miembros del Partido, soldados del Ejército Rojo y civiles inocentes en la provincia de Jiangxi, en un intento por consolidar su poder en las áreas de predominio del PCCh.
4 Del “Informe de la investigación del Movimiento Campesino de Hunan”, de Mao (1927).
5 El monte Tai (Taishan) es el primero de cinco montes famosos de la provincia china de Shandong. En 1987 las Naciones Unidas lo declararon patrimonio de la humanidad.
6 La Campaña de Vallado de Tierras integra el lado oscuro de las reformas económicas impulsadas en China. Al igual que lo ocurrido en Inglaterra durante la revolución industrial (1760-1850), las tierras aptas para la agricultura en la China actual fueron demarcadas para crear regiones económicas en el ámbito de los condados, las ciudades, las provincias y el país. Como resultado de esta acción, los granjeros chinos perdieron sus tierras. En las ciudades y pueblos, ciertas áreas urbanas antiguas fueron desalojadas para crear zonas comerciales, y sus antiguos residentes recibieron una indemnización mínima. Más información disponible en: http://www.uglychinese.org/enclosure.htm
7 Dos intelectuales a las que el PCCh torturó hasta la muerte durante la Revolución Cultural por no creer las mentiras del PCCh y decir la verdad sin tapujos.
8 Se refiere a la revolución de la burguesía rusa de febrero de 1917, que derrocó al zar.
9 La Revolución de Octubre, también conocida como Revolución Bolchevique, fue liderada por Lenin y se consumó en octubre de1917. El movimiento asesinó a los revolucionarios de la clase capitalista que habían derrocado al zar y aplastó la revolución burguesa.
10 El Incidente de Mari y la Masacre del 12 de Abril se refieren a ataques del Kuomintang al PCCh. El primero ocurrió el 21 de mayo de 1927 en la ciudad de Changsha, provincia de Hunan. El segundo sucedió durante el mismo año en Shanghai. En ambos casos, se atacó, arrestó o asesinó a militantes del PCCh.
11 Liu Di, un funcionario del 20º Regimiento del Ejército Rojo acusado de pertenecer a la Alianza AB, encabezó una revuelta en la ciudad de Futian que acusó a Li Shao Jiu de contrarrevolucionario. El movimiento tomó el control de Futian y liberó a más de 100 presos acusados de integrar la Alianza AB, al grito de “abajo Mao Zedong”.
12 Peng Dehuai (1898-1974): general del comunismo chino y líder político. Peng se desempeñó como comandante en jefe durante la Guerra de Corea, vicepresidente del Consejo de Estado, miembro de la Oficina Política y ministro de Defensa entre 1954 y 1959. Fue desplazado de sus cargos oficiales tras manifestar su desacuerdo con los enfoques izquierdistas de Mao en el Plenario del PCCh en Lushan, en 1959.
13 De “Li Lisan: la persona que recibió cuatro funerales”.
14 Los cuatro principios son: la vía socialista, la dictadura del proletariado, la conducción del PCCh, y el marxismo-leninismo y el Pensamiento de Mao Zedong.
Da Jiyuan. La
Gran Época.
https://www.lagranepoca.com/china/nueve-comentarios/5147-parte-8-el-pcch-es-en-esencia-una-secta-perversa.html
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