Hacía tiempo que
deseaba ir estas tierras de ensueño, de leyendas, de historia viva. Finalmente
pude hacer el viaje y entré en las míticas Estambul y Atenas, con dos historias
legendarias bastante comunes en parte, pero con dos realidades actuales muy diferentes.
1. Estambul: dice la leyenda que los dioses quisieron crear un lugar en que Oriente y Occidente se unieran y así fusionar lo mejor de dos culturas tan diferentes. Así nació Turquía, cuyos orígenes se remontan casi hasta los de la humanidad: en Asia Menor se han encontrado restos del período Paleolítico que demuestran que en 6.000 a.C. se produjo en esta zona el paso de tribus nómadas a las tribus sedentarias dedicadas a la agricultura.
A su llegada a Anatolia empieza una nueva época; comienzan dos de los más poderosos reinos: los selyuquíes, del siglo XI al XIII, con la invasión mongólica y los turcos otomanos, que fundaron uno de los imperios más grandes entre los siglos XIV y XX. Pasaron las épocas helenísticas (con la fundación de las ciudades jónicas: Mileto, Priene, Teos, Magnesia, Efeso), la romana, el cristianismo (San Pablo recorriendo Tarso y Anatolia y el nombre de “cristianos” naciendo en la caverna de San Pedro de Antioquia. Constantino fundando Constantinopla en 1453, cuando terminó la Edad Media) y las conquistas otomanas.
En 1923 triunfa el movimiento independista de Mustafá Kemal, llamado Atatürk. Pese a la fallida alianza con la Alemania perdedora de la 1ª Guerra Mundial, Turquía empieza una época de crecimiento paulatino pero sostenido. Es un Estado laico y democrático, de sistema parlamentario, con un Primer Ministro poderoso.
De la mano de un erudito guía local, Celal Ceyhan (Gerardo para nosotros), conocí la magnificencia y las bellezas de la Mezquita Azul, donde sólo el Sultán entraba a caballo pero una cadena le obligaba a agacharse, porque nadie es superior a Alá; la Santa Sofía, mil años más antigua; en el Palacio Topkapi (hoy museo) se ven riquísimas alfombras, arañas enormes de fino cristal de Italia, Francia y Bohemia (en otro palacio hay una que pesa 4.500 kgs.), las puertas del paraíso, de la felicidad (porque por allí entraban a ver al Sultán).
Pasear por el Bósforo, con una orilla en Europa y otra en Asia, atravesado por dos hermosos puentes, almorzar en sus típicos restaurantes con rica comida local. Y para rematar, recorrer el Bazar Egipcio o de las Especies, en el que se compran las más renombradas del mundo; y el Gran Bazar, con sus 67 calles y 4.000 locales, donde el regateo es regla. Su moneda, la lira turca menor al dólar.
El hoy allí es saber que el año próximo se hará un túnel marítimo entre ambos continentes; ver al atardecer las calles inundadas de camiones descargando mercadería, saber que de los 14 millones de habitantes de Estambul (Turquía tiene 63 millones), doce se trasladan a diario de un continente a otro por sus ocupaciones, ver al habitante normalmente alegre, cordial, amistoso. Por ejemplo, al fotografiar al portero del hotel (un alto hombre con uniforme de capa y enormes bigotes) nos da las gracias en castellano… Y ya es la sexta economía del mundo.
2. Atenas: la mitología dice que los dioses eligieron este lugar para su morada; allí surgieron filósofos, matemáticos, sociólogos, astrónomos, que dejaron su sello para siempre. Además, valientes guerreros del mundo.
Ver la Acrópolis, produce dos sensaciones: admirar la estupenda arquitectura griega que albergaba a dioses desde sus colinas y contemplar sus ejemplos que siguen asombrando: el Partenón, el Templo de Zeus, las Cariátides, el Parlamento, el Museo Arqueológico, el templo de San Jorge vigilando la ciudad.
Constantino demolió casi todo por razones religiosas. Y luego supimos, por la excelente guía local Galia, que el gobierno griego en el siglo XIX, vendió gran parte de las ruinas al Museo Británico; éste las retiró en 41 barcos y tras una gran tormenta, 33 de ellos naufragaron perdiéndose su preciosa carga para siempre.
Aun así, dijo que lo mejor de Grecia hay que verlo en Londres. Los restos edilicios se hallan permanentemente sostenidos por andamios en su restauración lenta y difícil. Y hace poco leí en este diario que se producen saqueos arqueológicos, excavaciones ilegales y que el Gobierno no tiene presupuesto para seguir las oficiales.
Otra maravilla son las islas, de las que hay tantas en torno al continente. Partiendo del Pireo en un lujoso vapor no muy grande (recibidos en él por dos griegos con el uniforme de la Custodia oficial) visitamos tres más pequeñas y de menor afluencia turística: Egina (con su Templo de Althea y su Catedral con los restos de San Ectario ,cuyo corazón algunos dicen sentir latir), Hydra (donde no hay automóviles y sólo burros y caballos) y Poros. Todas de bellos panoramas y tranquilo vivir.
Su realidad hoy es que casi nadie habla castellano (pese al turismo desde España), todos andan preocupados, hay larga manifestación de protesta en la puerta del hotel (donde nadie hablaba español), para que el turista lo sepa y trascienda; la mayoría debió vender su auto y así hay muchísimas motos. El habitante (Atenas tiene 5 millones) se muestra serio, más distante y menos comunicativo. Los valores en euros la hacen bastante cara.
Aún se puede ir a una típica taberna en Plaka, con cena y colorido y alegre espectáculo; pero antes había que reservar con varios días de anticipación, mientras que hoy se puede hacer en el mismo día. Se siguen rompiendo platos (de yeso) y gritando su entusiasmo con el típico ¡Opa! Sus bailes y cantos alegres nos remontan a pasadas épocas de esplendor. Y sin embargo, Grecia está a punto de ser declarada en quiebra y así ser alejada de la Eurozona; se habla de gobernantes que despilfarraron o se quedaron con parte del erario público. Pero lo cierto es que da pena ver caer a un gigante de la historia.
Resumen: he visto dos trozos de la historia del mundo, dos pilares de la humanidad, dos bellezas, dos muy distintas realidades y una experiencia inolvidable.
1. Estambul: dice la leyenda que los dioses quisieron crear un lugar en que Oriente y Occidente se unieran y así fusionar lo mejor de dos culturas tan diferentes. Así nació Turquía, cuyos orígenes se remontan casi hasta los de la humanidad: en Asia Menor se han encontrado restos del período Paleolítico que demuestran que en 6.000 a.C. se produjo en esta zona el paso de tribus nómadas a las tribus sedentarias dedicadas a la agricultura.
A su llegada a Anatolia empieza una nueva época; comienzan dos de los más poderosos reinos: los selyuquíes, del siglo XI al XIII, con la invasión mongólica y los turcos otomanos, que fundaron uno de los imperios más grandes entre los siglos XIV y XX. Pasaron las épocas helenísticas (con la fundación de las ciudades jónicas: Mileto, Priene, Teos, Magnesia, Efeso), la romana, el cristianismo (San Pablo recorriendo Tarso y Anatolia y el nombre de “cristianos” naciendo en la caverna de San Pedro de Antioquia. Constantino fundando Constantinopla en 1453, cuando terminó la Edad Media) y las conquistas otomanas.
En 1923 triunfa el movimiento independista de Mustafá Kemal, llamado Atatürk. Pese a la fallida alianza con la Alemania perdedora de la 1ª Guerra Mundial, Turquía empieza una época de crecimiento paulatino pero sostenido. Es un Estado laico y democrático, de sistema parlamentario, con un Primer Ministro poderoso.
De la mano de un erudito guía local, Celal Ceyhan (Gerardo para nosotros), conocí la magnificencia y las bellezas de la Mezquita Azul, donde sólo el Sultán entraba a caballo pero una cadena le obligaba a agacharse, porque nadie es superior a Alá; la Santa Sofía, mil años más antigua; en el Palacio Topkapi (hoy museo) se ven riquísimas alfombras, arañas enormes de fino cristal de Italia, Francia y Bohemia (en otro palacio hay una que pesa 4.500 kgs.), las puertas del paraíso, de la felicidad (porque por allí entraban a ver al Sultán).
Pasear por el Bósforo, con una orilla en Europa y otra en Asia, atravesado por dos hermosos puentes, almorzar en sus típicos restaurantes con rica comida local. Y para rematar, recorrer el Bazar Egipcio o de las Especies, en el que se compran las más renombradas del mundo; y el Gran Bazar, con sus 67 calles y 4.000 locales, donde el regateo es regla. Su moneda, la lira turca menor al dólar.
El hoy allí es saber que el año próximo se hará un túnel marítimo entre ambos continentes; ver al atardecer las calles inundadas de camiones descargando mercadería, saber que de los 14 millones de habitantes de Estambul (Turquía tiene 63 millones), doce se trasladan a diario de un continente a otro por sus ocupaciones, ver al habitante normalmente alegre, cordial, amistoso. Por ejemplo, al fotografiar al portero del hotel (un alto hombre con uniforme de capa y enormes bigotes) nos da las gracias en castellano… Y ya es la sexta economía del mundo.
2. Atenas: la mitología dice que los dioses eligieron este lugar para su morada; allí surgieron filósofos, matemáticos, sociólogos, astrónomos, que dejaron su sello para siempre. Además, valientes guerreros del mundo.
Ver la Acrópolis, produce dos sensaciones: admirar la estupenda arquitectura griega que albergaba a dioses desde sus colinas y contemplar sus ejemplos que siguen asombrando: el Partenón, el Templo de Zeus, las Cariátides, el Parlamento, el Museo Arqueológico, el templo de San Jorge vigilando la ciudad.
Constantino demolió casi todo por razones religiosas. Y luego supimos, por la excelente guía local Galia, que el gobierno griego en el siglo XIX, vendió gran parte de las ruinas al Museo Británico; éste las retiró en 41 barcos y tras una gran tormenta, 33 de ellos naufragaron perdiéndose su preciosa carga para siempre.
Aun así, dijo que lo mejor de Grecia hay que verlo en Londres. Los restos edilicios se hallan permanentemente sostenidos por andamios en su restauración lenta y difícil. Y hace poco leí en este diario que se producen saqueos arqueológicos, excavaciones ilegales y que el Gobierno no tiene presupuesto para seguir las oficiales.
Otra maravilla son las islas, de las que hay tantas en torno al continente. Partiendo del Pireo en un lujoso vapor no muy grande (recibidos en él por dos griegos con el uniforme de la Custodia oficial) visitamos tres más pequeñas y de menor afluencia turística: Egina (con su Templo de Althea y su Catedral con los restos de San Ectario ,cuyo corazón algunos dicen sentir latir), Hydra (donde no hay automóviles y sólo burros y caballos) y Poros. Todas de bellos panoramas y tranquilo vivir.
Su realidad hoy es que casi nadie habla castellano (pese al turismo desde España), todos andan preocupados, hay larga manifestación de protesta en la puerta del hotel (donde nadie hablaba español), para que el turista lo sepa y trascienda; la mayoría debió vender su auto y así hay muchísimas motos. El habitante (Atenas tiene 5 millones) se muestra serio, más distante y menos comunicativo. Los valores en euros la hacen bastante cara.
Aún se puede ir a una típica taberna en Plaka, con cena y colorido y alegre espectáculo; pero antes había que reservar con varios días de anticipación, mientras que hoy se puede hacer en el mismo día. Se siguen rompiendo platos (de yeso) y gritando su entusiasmo con el típico ¡Opa! Sus bailes y cantos alegres nos remontan a pasadas épocas de esplendor. Y sin embargo, Grecia está a punto de ser declarada en quiebra y así ser alejada de la Eurozona; se habla de gobernantes que despilfarraron o se quedaron con parte del erario público. Pero lo cierto es que da pena ver caer a un gigante de la historia.
Resumen: he visto dos trozos de la historia del mundo, dos pilares de la humanidad, dos bellezas, dos muy distintas realidades y una experiencia inolvidable.
Felipe
S.Pérez Dellepiane -DNI. 4.229.380
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