La
primera gran división social que se da en la historia de la humanidad es entre
el hombre y la mujer, esta división ha sido una constante en nuestra historia
que la podemos denominar: división de humanidad, que irá adquiriendo características
específicas de acuerdo a cada época, cada etapa de la historia y de acuerdo a
cada cultura.
En
este sentido, por esta historicidad, por su determinación específica por cada
etapa y de acuerdo a condiciones sociales, políticas, económicas y culturales,
será entendida esta división como género y no solamente por la condición
sexual. Por ejemplo, la cultura cristiana nos impone el reconocimiento de sólo
dos géneros, masculino y femenino, en cambio, para los pueblos indígenas
americanos como los Navajos, los Cheyenes, los Cherokees y el reconocimiento de
tácito del mismo, por los zapotecos del Istmo de Tehuantepec, existen cinco
géneros, a saber: hombre, mujer, mujer de dos espíritus, hombre de dos espíritus
y el que cambia de espíritu.
Es
decir, de acuerdo a nuestra cultura occidental, estos seres de dobles espíritus
y transespirituales, merecen la reprobación de la Iglesia y la condena social,
en cambio, para las culturas citadas son seres privilegiados porque tienen una
doble visión de la vida. Sin embargo, para nuestra sociedad moderna, estos
seres humanos son discriminados y marginados y no se les reconoce cualidades
adicionales, es tal la marginación y discriminación, que tienen que
relacionarse en especie de guetos para poder expresar su libertad y mostrar su
sentido de ser y estar. En el mundo indígena oaxaqueño, en la Comunidad, sólo
es reconocida como madre y en lo demás es igual que el hombre, en la comunidad
la mujer es un ser genérico, se realiza como persona sólo bajo esta condición.
Las personas, entre ellas las mujeres, sólo se distinguen por sus méritos
comunitarios, en concreto, la situación de la mujer en la comunidad es mucho
más justa y reconocida que en la sociedad occidentalizada. Sólo quería citar este fenómeno histórico para
afirmar que la relación histórica entre los géneros es mucho más diversa y
compleja, que ayuda a entender la relación entre hombre y mujer.
La
división entre hombre y mujer será hasta la existencia de la humanidad, la
relación entre ellos, que es una convención social, económica, política y
cultural, se ha transformado, se transformará a través del tiempo, es una
relación de dominio del hombre sobre la mujer cuyas características son
determinadas por la cultura específica.
Esta relación de dominio se ha conocido como régimen patriarcal.
Debemos
de decir que para que se aceptase la diferencia sexual como de género, es
decir, de acuerdo a la cultura y al momento social histórico, debieron de pasar
millones de años, apenas tiene 68 años que la antropóloga Margaret Meade afirmó
que los roles de género no son naturales, sino creados por la sociedad, ella
estableció el género como un concepto crítico, que nos ha permitido ver las
distintas vías históricas e interculturales en que tanto la masculinidad como la
feminidad, así como la sexualidad son construidas ideológicamente.
Entonces,
el dominio del hombre sobre la mujer, al descubrir su historicidad, permite
establecer una explicación científica sobre los dispositivos e instrumentos que
usa la hegemonía masculina para seguir dominando a la mitad de la humanidad. Se
usan las instituciones como el Estado, las leyes, la escuela, los hábitos, las
tradiciones, el matrimonio, los medios de comunicación, la familia, la iglesia,
los partidos políticos, etc; es decir, recursos materiales y simbólicos son
utilizados para que el hombre siga gozando de los privilegios de su dominio.
Esta
injusta y grave situación ha llevado a las mujeres a estudiar y luchar por su
emancipación y cuestionar seriamente a las instituciones que sirven para
perpetuar el dominio del hombre sobre la mujer. Tal es el caso de la socióloga
francesa Christine Delphy, quien a partir de sus estudios sobre la situación de
la mujer, ha afirmado que dentro del sistema patriarcal, la heterosexualidad es
una institución socialmente construida que fomenta el matrimonio, este
matrimonio permite que el marido, como cabeza de la familia, explote a su
esposa beneficiándose de su trabajo no remunerado, en el hogar, en apoyo a su
propio trabajo, en el cuidado de los hijos, por tanto, el matrimonio tiene que
ser un contrato laboral. El matrimonio, por tanto, es una institución sumamente
abusiva que resulta fundamental para perpetuar la opresión de los hombres sobre
las mujeres.
La
mujer, en concreto, es un ser humano dominada por otros seres humanos, derivado
de una situación de naturaleza, que ella no determina, pero si condenada por
ello, por tanto, la primera condición de emancipación de la mujer es
reconocerla simple y llanamente como humana, perteneciente a la humanidad y que
el accidente natural de su sexo no la condene a la situación de desigualdad y
de dominio. El camino de la lucha de ellas consiste en igualar para igualar y
diferenciar para igualar.
En
este sentido, la lucha la mujer ha construido un marco de referencia de
interpretación social para hacer visible el género como una estructura de
poder, este marco de referencia es el feminismo. Además de ser un esfuerzo de
interpretación, el feminismo es un movimiento social de emancipación de la
mujer, así, una feminista no es más que un sujeto revolucionario que busca su
propia emancipación y el logro de su libertad. Es un movimiento libertario por
cualquier lado que se les mire, sólo la ideología patriarcal ha querido
desvirtuar el feminismo.
Para
las teóricas del feminismo, es un referente necesario si no se quiere tener una
visión distorsionada del mundo ni una conciencia sesgada de esta especie de la
humanidad. La teoría feminista se inscribe en el marco de las teorías críticas
de la sociedad porque su objetivo es mostrar, en lugar de ocultar, las
relaciones de dominación y subordinación entre hombres y mujeres.
Es
tal la amplitud de la relación entre las mujeres y los hombres, que se puede
pensar claramente que las instituciones políticas y sociales más elementales no
se hallan basadas en la riqueza o en el rango, sino en el sexo.
En
suma, cualquier forma de clasificación entre los seres humanos, esconde una
situación de dominación, de explotación, así, la clase, el género, la raza y la
sexualidad, son conceptos y categorías que sirven de dispositivo político de
dominación, que, desde luego, habría que visualizar y explicar.
Cipriano
Flores Cruz
http://nssoaxaca.com/2017/03/12/la-mujer/
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