En algunos medios nos inundan con propaganda dirigida a minusvalorar la
impresionante civilización árabe-musulmana expresada en diversas culturas.
Reconozcamos la aportación a la historia de la humanidad de la civilización
árabe musulmana así como a las aportaciones de tradiciones y culturas judías
que han contribuido al progreso y a la civilización.
Son imprescindibles para desenmascarar un pretendido antisemitismo que
sirve a algunos sectarios que han llegado a apropiarse del concepto de
“semita”. Están contra la razón y la inteligencia quienes olvidan el tronco que
sostiene las tradiciones judías, cristianas y musulmanas que se expande en
ramajes y frutos.
Los árabes, los nabateos y otros pueblos son tan semitas como los
israelitas, hebreos o judíos. Nosotros, muchos occidentales europeos y
americanos, también tenemos un componente semita sin el cual perderíamos
nuestras señas de identidad.
No hablamos de los israelíes, que son los ciudadanos del Estado de Israel,
desde 1945, cuando se creó ese Estado bajo los auspicios de la ONU. Antes no
había “israelíes”, y desde entonces, entre los ciudadanos del nuevo Estado
muchos eran judíos, otros musulmanes y otros cristianos. Han distorsionado el
mejor sionismo en su aventura de crear: Eretz Yisrael el Gran Israel, Pueblo de
Israel, que no ha existido como sujeto de derecho al menos del año 70, pero que
explota el victimismo por las persecuciones que los judíos habían padecido a lo
largo de la historia, pero sobre todo desde la persecución nazi que culminó en
el Holocausto.
Por el mundo existen muchas personas que poseen los dos pasaportes, el de
su Estado de origen y residencia y el del Estado de Israel. Es una pretensión
disfrutar de las ventajas del país de origen y de una supranacionalidad que les
podría permitir actuar financieramente desde la mítica capital Jerusalén,
convertida en capital de un paraíso fiscal connumerus clausus y, a la
vez, formar parte del poderoso lobby judío.
Es urgente considerar a los ciudadanos del Estado de Israel
distinguiéndolos de los millones de judíos que viven en el mundo, pagando sus
impuestos, sirviendo en sus ejércitos, respetando sus leyes y cooperando en el
progreso de esas naciones, que son las suyas. Solo el mutuo reconocimiento y
respeto podrá llevarnos a un mañana más justo, libre y habitable. Nos
declaramos mestizos semitas descendientes de judíos y de árabes y exigimos la
paz como fruto de la justicia sin condiciones, porque ninguna víctima civil es
un daño colateral sino que todas son nuestras.
José Carlos García. Columnista del Centro de
Colaboraciones Solidarias, de donde se tomó este artículo.
http://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/somos-semitas-arabes-judios-y-algunos-cristianos-MJ1182718
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