La historia es fuente de lecciones que, regularmente, no aprendemos. Al
respecto, el renombrado historiador económico de origen italiano, Carlo M.
Cipolla, relata el caso del contrabando de opio promovido por los ingleses a
través de la East India Company y cómo el gobierno chino reaccionó a este “plan
diabólico”, como lo llamó Cipolla.
En el siglo XVIII, a raíz de un
gran desequilibrio comercial que se presentaba entre Inglaterra y China y que
favorecía a este último país, las directivas de la East India Company
decidieron cultivar opio en India para introducirlo en China a través de mercaderes
privados.
En 1729, mediante un edicto
imperial, se prohibió la venta y el consumo de opio en China. Más tarde, en
1796, se imponía, de manera severa, la prohibición de la importación y el
consumo de la droga. Esto llevó a que, a partir de esta fecha, el opio
importado se comercializara como mercancía de contrabando.
A pesar de estas medidas, la
importación y el consumo de opio crecieron de manera vertiginosa y, de contera,
lo hicieron las ganancias de la East India Company.
Según Cipolla, el opio le
ocasionaba a China tres daños graves. El primero era el problema físico y
psicológico que padecían los consumidores de la droga. El segundo, consistía en
la desbocada corrupción que, a cuenta de los enormes intereses económicos que
se movían en el negocio, se daba entre los burócratas chinos. Por último, la
balanza comercial china se volvió deficitaria. Con esto el “plan diabólico”
resultó todo un éxito para los ingleses.
A principios del siglo XIX, a
consecuencia de los daños producidos por el contrabando y el consumo de opio,
en el país asiático se contrapusieron dos tendencias (situación que hoy en día
nos resulta familiar). Una primera, representada por una minoría, proponía la
legalización del comercio de la droga. La lógica en que soportaba esta posición
era que con la legalización caía el precio del opio y con esta los grandes
beneficios de los traficantes. La otra tendencia “adoptaba la postura opuesta y
proponía severos endurecimientos de las penas”.
Cuenta Cipolla que el Emperador
optó por esta última posición. Los resultados de las acciones de control al
tráfico y consumo de la droga, derivadas de la posición adoptada, tuvieron
resultados importantes en materia de detención de personas y confiscación de
droga y embarcaciones. Además, se aprobó un reglamento según el cual se
condenaba a muerte por decapitación a todo aquel que comerciara con opio o
regentara casas de consumo de la droga.
En vista del daño causado a los
intereses económicos de la East India Company, los ingleses decidieron el
bloqueo de la bahía de Cantón y el cinco de julio de 1840 ocuparon la ciudad de
Tinghai. Con esta acción se “reanudó el infame comercio del opio”.
Cipolla termina su crónica
recordando que hoy en día Occidente, “con la cómplice pasividad de sus
gobiernos”, se escandaliza del tráfico de droga proveniente de América Latina
olvidándose que décadas atrás dichas potencias practicaron el mismo juego
perverso contra China.
Juan José Perfetti del Corral
http://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/lecciones-de-la-historia-NJ931935
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