La Unión Europea es una construcción única en la Historia de la Humanidad,
la unión de tantos y variados países de forma voluntaria, solidaria y libre
nada tiene que ver con la gran creación de Estados o imperios del pasado,
fundados mediante conquista militar o colonización de nuevos territorios, su
base no es la imposición política ni militar sino la solidaridad y el respeto a
la diversidad por parte de todos sus componentes.
Sin embargo, como en todo proyecto que merece la pena, el camino no ha sido
fácil y aún queda mucho por alcanzar, sobre todo en cuanto a homogeneidad
económica y extensión del Estado del Bienestar, para muchos esto sería una de
las características de que el proyecto de unificación de Europa no es factible,
cuando en realidad los éxitos alcanzados hasta el momento nos demuestran que sí
lo es, aún hay muchos desequilibrios, de acuerdo, pero es que ni
siquiera en naciones de origen histórico antiguo existe homogeneidad entre
todas sus regiones o territorios, todo se andará, y la base para ello ha sido
siempre la solidaridad.
El origen de la Unión Europea lo encontramos en el corazón mismo del
continente, y en naciones que tradicionalmente venían protagonizando
enfrentamientos entre ellas, lo cual más que paradójico es esperanzador. Así,
nace la CECA, primer cimiento de este proyecto. Los Estados fundadores serán la
Alemania de Conrad Adenauer y el “milagro económico” – si es que un avance
basado en el esfuerzo y el trabajo de todo un pueblo puede calificarse como tal
– y la Francia de la V República, país entonces económicamente dependiente de
Estados Unidos pero políticamente muy europeista; junto a Italia, el último
país democrático y occidental en tener “su milagro económico”, y los tres
Estados del BENELUX, modelo de unidad aduanera y económica que tiene su
origen en la Unión económica belga-luxemburguesa del periodo de entreguerras
(1921) y que constituirá un ejemplo con mucho que aportar al proyecto de la
Unión Europea.
En 1973 se lleva a cabo una primera ampliación, las dos naciones anglosajonas,
Reino Unido e Irlanda, hasta ahora más vinculadas a Estados Unidos y a la
Commonwealth que al resto del continente europeo pasan a formar parte de la
Unión, junto a Dinamarca. Se relaciona al Reino Unido, y más en concreto a
Inglaterra, con el euroescepticismo, la crítica recalcitrante y sistemática a
todo planteamiento comunitario, sin embargo, el Reino Unido ya pidió su
adhesión en 1964, en tiempos del Premier laborista Wilson, y en 1975 su
ciudadanía ratificará de nuevo su deseo de pertenecer a la Unión Europea a
través de un referéndum.
La década de los 80 será la hora de los países del sur, de la Europa
mediterránea, con una democratización más tardía que el resto de naciones de la
Europa Occidental (a excepción de Italia) y una economía más pobre, comienzan a
integrarse en el entonces Mercado Común Europeo, es el caso de Grecia en 1981,
y los países ibéricos, España y Portugal, en 1986. La futura Unión Europea se
extiende hacia el sur, pronto lo hará hacia el este, conforme este ámbito se democratice
y comience a integrarse en la economía de mercado.
A mediados de la década de los 90, en 1995, las fronteras comunitarias se
extenderán por Centroeuropa con la adhesión de Austria, un país que en cierto
modo era similar a la Alemania Federal, aunque a pequeña escala; y por la
Europa nórdica, países que ya gozaban de un amplio, consolidado y desarrollado
Estado del Bienestar, es el caso de Finlandia y Suecia, mientras que
Noruega opta por la no integración.
Si la década de los 80 fue la de la Europa mediterránea, la primera década
del siglo XXI será la de la Europa del este, lo cual entraña un mérito y un
esfuerzo mayor por parte de estos países, se trata de extender las fronteras
comunitarias más allá de lo que había sido el Telón de Acero.
La Unión Europea no sólo es un proyecto occidental sino que rompe la
barrera entre las dos Europas de la Guerra Fría, así entran países que a partir
de 1989 (cuando también se reunifica Alemania) ven caer los regímenes políticos
comunistas y comienzan a democratizarse, es el caso de la República Checa y
Eslovaquia – anteriormente unidas –, Hungría, Polonia, e incluso Estados que
habían pertenecido a la extinta URSS, como las tres repúblicas bálticas:
Estonia, Letonia y Lituania; junto al primer país de la antigua Yugoslavia en
adherirse: Eslovenia, y pequeños países del Mediterráneo no exentos de
problemas, en este caso derivados del imperialismo, como son Chipre y Malta,
antiguas colonias o protectorados británicos.
Esta extensión de la Unión Europea se redondeará en 2007 con la integración
de Rumania y Bulgaria, y en 2013 con la integración de otra antigua
república yugoslava: Croacia. Proceso que probablemente no hay culminado como
podemos ver por los candidatos existentes.
Todo este amplio proceso de ampliación de la Unión Europea conlleva un
enorme esfuerzo en cuanto a políticas que hagan más fácil la integración de
jóvenes democracias con economías aún en desarrollo, políticas no siempre
entendidas por Estados ya integrados desde hace años en el proyecto europeo y
que ahora tienen que ceder parte de sus prerrogativas en pos de una unión más
igualitaria y justa.
La homogeneidad es difícil de alcanzar, para eso existen los fondos
estructurales, pero existe también miedo entre amplios sectores sociales, sobre
todo de Europa occidental, descontento con la integración de países más pobres.
Algunas voces ya han reclamado la creación de un Fondo Monetario de carácter
europeo y una Ley de Prevención de la Insolvencia de los Estados
miembros, instrumentos que en definitiva deben servir para evitar los
desajustes económicos y sus efectos más negativos.
Podemos ver esta situación como algo coyuntural, la Unión Europea nace como
un grupo abierto a nuevas incorporaciones y por tanto la ampliación se
encuentra en su misma naturaleza, quizá debamos ver la integración de estos
países como un reto y no un problema, un reto para Europa y sus instituciones.
Por Centro de Información Europa Directo Ciudad
Real.
Vaya...este artículo me suena ;)
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