Hace
50 años, que según diversas fuentes se cumplen el próximo 27 de mayo, nacieron
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), una suma de pequeñas
células de campesinos armados que sobrevivieron a la violencia partidista y que
tenían matices liberales y comunistas. Su mito fundacional se atribuye a la
Operación Marquetalia, que pretendió penetrar 16 regiones a las que se señalaba
de estar camino de ser "repúblicas independientes".
La intención de los contingentes oficiales de acabar esos focos de resistencia, que en principio se definieron como "autodefensa", terminó en instigar una organización ilegal que, al mando de alias "Tirofijo" o "Manuel Marulanda Vélez" (Pedro Antonio Marín), se convirtió en una pesadilla para los sucesivos gobiernos y, en especial, para la población civil que ha debido soportar sus atropellos.
La intención de los contingentes oficiales de acabar esos focos de resistencia, que en principio se definieron como "autodefensa", terminó en instigar una organización ilegal que, al mando de alias "Tirofijo" o "Manuel Marulanda Vélez" (Pedro Antonio Marín), se convirtió en una pesadilla para los sucesivos gobiernos y, en especial, para la población civil que ha debido soportar sus atropellos.
Ese
grupo, hoy calificado unánimemente de terrorista por la comunidad internacional
(en especial por Estados Unidos y Europa), fundó su respuesta armada y su
justificación política en un levantamiento de sectores campesinos contra los
"gobiernos reaccionarios" de entonces.
Pero
hay documentos históricos que muestran que en el seno del Partido Comunista ya
se contemplaba, desde 1961, la combinación perversa de las formas de lucha, lo
cual, en tiempos de Guerra Fría, también obligó a Washington a diseñar un plan
de contención de los focos guerrilleros que alentaron la revolución cubana y el
patrocinio soviético a la subversión en América Latina.
Desde
la intelectualidad de izquierda se señala al Plan Laso del Pentágono (Latin
American Security Operation )
de originar el ataque al corregimiento Marquetalia, municipio de Planadas,
Tolima, pero los oficiales del Ejército de Colombia para la época sostienen que
se trataba del Plan Lazo, porque se quería meter esa zona en un cerco militar
que redujera y rindiera a “Tirofijo” y sus hombres.
Más
allá de esta discrepancia, lo que nos obliga a examinar este hecho de
trascendental impacto en la historia del país son los efectos que trajo el
surgimiento de las Farc:
La débil presencia estatal en regiones apartadas del país les ha permitido ejercer, por momentos, en cinco décadas, un control militar-territorial que degeneró en fenómenos desastrosos de vulneración del Estado de Derecho y de violación de derechos humanos: cooptación política, suplantación de la institucionalidad, inseguridad (vía extorsiones, "expropiaciones" y secuestros), ausencia de inversión pública, asesinatos, reclutamiento forzado, ataques terroristas y, en los últimos 30 años, la implantación de una cadena de control del narcotráfico.
La débil presencia estatal en regiones apartadas del país les ha permitido ejercer, por momentos, en cinco décadas, un control militar-territorial que degeneró en fenómenos desastrosos de vulneración del Estado de Derecho y de violación de derechos humanos: cooptación política, suplantación de la institucionalidad, inseguridad (vía extorsiones, "expropiaciones" y secuestros), ausencia de inversión pública, asesinatos, reclutamiento forzado, ataques terroristas y, en los últimos 30 años, la implantación de una cadena de control del narcotráfico.
Según
el informe ¡Basta Ya…, del Centro Nacional de Memoria Histórica, las Farc son
autoras de 238 masacres. Y del 60% de 39.058 secuestros cometidos entre 1970 y
2010.
El desdibujamiento, la degeneración de aquella guerrilla de estirpe campesina que describió alias "Tirofijo" en el documento que envió a la instalación de los diálogos de paz en San Vicente del Caguán, en enero de 1999, es innegable. Sus reivindicaciones políticas, amparadas en aquel romanticismo revolucionario de los sesenta y setenta, se destiñeron en 50 años de una guerra irregular cada vez más emparentada con el terrorismo y las redes mundiales de drogas ilegales.
El desdibujamiento, la degeneración de aquella guerrilla de estirpe campesina que describió alias "Tirofijo" en el documento que envió a la instalación de los diálogos de paz en San Vicente del Caguán, en enero de 1999, es innegable. Sus reivindicaciones políticas, amparadas en aquel romanticismo revolucionario de los sesenta y setenta, se destiñeron en 50 años de una guerra irregular cada vez más emparentada con el terrorismo y las redes mundiales de drogas ilegales.
Hoy
avanza una negociación en La Habana forzada por la evidente superioridad
militar del Estado sobre esa fuerza contra estatal llena de malformaciones.
Ojalá haya sensatez y acabe la existencia de una guerrilla que en la ilegalidad
fue incapaz de provocar cambios benéficos a la sociedad colombiana y que, si
acepta finalizar el conflicto y entrar a la legalidad, podría salvar algún
pedazo de las banderas que levantó en Marquetalia, 50 años atrás.
EL
COLOMBIANAO. EDITORIAL Medellín,
22 de mayo de 2014